CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
Ciencia moderna y espíritu
Por Álvaro Abellán
2 min
Opinión22-09-2002
Varios científicos españoles han confirmado la existencia del kraken, un tipo de calamar gigante que puede llegar a medir más de 20 metros. Es curioso, porque sólo hace unos días que discutí con amigos la posibilidad -sólo la posibilidad- de la existencia de criaturas legendarias como el Yeti, el bigfoot o los extraterrestres. Ante feroces defensores de la ciencia frente a la superchería, nunca me atreví a afirmar su existencia, pero sostenía la imposibilidad de negarla. Otro debate propio de revistas paranormales, otros dirán para-anormales, se ha reavivado desde la supuesta prensa seria. Unos científicos han descubierto por accidente -es triste, pero la casualidad es la única manera de descubrir que tienen los científicos que no creen en la inspiración- el misterio de los viajes astrales. Dicen que está generado por la estimulación de una parte del cerebro que afecta a la percepción del propio cuerpo, lo que provoca que éste se vea desplazado, levitando por encima del lugar en el que realmente permanece. Dan por concluido el asunto sin preguntarse ni cómo es posible que un chamán estimule voluntariamente esa parte del cerebro -ellos lo hacen artificialmente- ni en qué consiste un viaje astral, pues poco tiene que ver la narración de un brujo que dice vivirla con lo que sucedió en ese laboratorio. La más controvertida de estas discusiones se dio el domingo, con el testimonio del especialista religioso de El Mundo que asistió a un exorcismo. El especialista científico del mismo periódico publicó un desglose: “Cualquier hombre o mujer de ciencia sólo puede mostrar un escepticismo absoluto y proponer que las personas que han pasado por una experiencia de este tipo sin duda estaban padeciendo algún tipo de trastorno cerebral como el que se acaba de descubrir [el de los viajes astrales]”. Hay que agradecer al científico la progresista formulación de “hombre o mujer de ciencia” y la deferencia de no llamar locos ni mentirosos a los cinco protagonistas del exorcismo. Esta afirmación con nula base científica -a pesar de ese injustificado e injustificable “sin duda”- destapa la grosería y altanería de los supuestos hombre de ciencia. Un verdadero científico no es “escéptico” sino respetuoso con los territorios que le están vedados no por ser su objeto de estudio. El objeto de estudio de la ciencia es la realidad material, no la espiritual. Por tanto, hacer afirmaciones científicas sobre realidades espirituales -como sólo pueden entenderse los viajes astrales y las posesiones- o sobre realidades desconocidas -como eran los kraken-, es salirse del tiesto, invadir groseramente un espacio que no es propio. Una cosa es no afirmar respetuosamente y otra negar desde la ignorancia. Zapatero, a tus zapatos.