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ANÁLISIS DE CULTURA

La soledad desapercibida

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura3 min
Cultura09-03-2016

Movimiento obrero. Dos palabras que juntas embellecen la lucha social de la misma manera que inspiran un aire arcaico, viejo y hoy indescriptible. Pilar de los derechos que sí, aún tenemos. Pero hubo un tiempo en el que no. Compromiso social que envalentonados pintores se atrevieron a evocar en sus obras. Maravillosas, por otra parte, y que no necesitan palabras, tan sólo miradas.

 Recomiendo una visita a la exposición sobre el divisionismo en la Fundación Mapfre de Madrid para pararse durante una hora a mirar el potente factor social en la obra de autores como Angelo Morbelli, Emilio Longoni o Giuseppe Pellizza da Volpedo de la Italia de 1890. Contextualizamos: huelga milanesa del Primero de Mayo y la bronca monumental por la publicación de la obra Riflessioni de un Affamato en el número de ese día en el periódico oficial del Partido Socialista. No tardaron mucho las autoridades en censurar la obra por “instigación al odio entre las clases”. Longoni muestra en su pintura a un hombre humilde helado de frío sobre la nieve, manos en los bolsillos y mirada penetrante a la par que sombría, fija en la suculenta comida que detrás del cristal del restaurante está degustando una adinerada pareja de la época. Es el Milán de entonces, el centro de la industrialización nacional, escenario principal de las luchas de los trabajadores.

El cuadro puede que no nos despierte sentimiento alguno (aunque debería). Ahora que podemos presumir de libertad para publicar sobre todo. Pero entonces, el alejamiento de la pintura respecto a las cuestiones sociales era un hecho, y la valentía de Longoni es fuerza suficiente para hacerle un homenaje. La muerte en el lugar de trabajo, las condiciones míseras, mujeres recolectoras de arroz sin rostro a las que sólo se le ven las pantorrillas de lo agachadas que están. Son los cuerpos anónimos a los que los autores del divisionismo quisieron dar nombre y además con la majestuosidad de la luz, conscientemente elegida y dirigida hacia el objeto que se quiere resaltar.

 Sensación de soledad y abandono. Como el melancólico cuadro de Morbelli Il Natale dei rimasti (La Navidad de los que se quedan), en el que la luz atraviesa la estancia hasta llegar a los pobres ancianos indigentes que no tienen compañía en tan importante fecha.

¿Está tan lejos como pensamos? Horas antes de acudir a la exposición pasaba por delante de la parroquia del pueblo, rodeada por un cuidado césped que tan sólo los jardineros se atreven a pisar. Y vi a un hombre sin rostro, boca abajo, tumbado. Por un momento me asusté al pensar que le había pasado algo. Y sí, claro que le pasaba. La sensación de abandono y soledad, la marginación en medio de la lozana ciudadanía sería el preludio de lo que me encontraría en la representación del divisionismo. Lo que me sirvió para entender que no está tan lejos lo que querían enseñar al mundo Longoni y sus compañeros. Todo sigue igual. Y seguirá así.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press