ANÁLISIS DE ESPAÑA
El lamento de Otegi
Por Alejandro Requeijo3 min
España07-03-2016
Cuando Otegi dice que la "lucha armada" tendría que haber acabado antes, está pensando más en la caída de Bidart que en Miguel Ángel Blanco. Por mucho que su paso por la cárcel le haya hecho comprender, dice, lo que es recibir una llamada de teléfono y que desde el otro lado te anuncien que ETA ha matado a tu hijo. Eso sucedió 857 veces. Convendría que esta buena noticia para todos los demócratas, a juicio de Pablo Iglesias, especifique en cuál de todas esas víctimas la "lucha armada" de ETA empezó a merecer una pensada. Cuáles sí están bien matadas y cuáles no. Qué decir de quienes tuvieron la suerte de no recibir esa llamada, pero vivieron siempre con el miedo real a que llegara. Eso, vivir aterrado, también es terrorismo y no lucha armada, ni violencia política, eufemismos que siguen en su discurso pese a esa humanización de la que presume tras más de seis años en prisión.
Que la autocrítica de Otegi es táctica y no moral lo dejó claro él mismo en el turno de última palabra del juicio de Bateragune: "en este momento ETA sobra y estorba". En ese momento ETA tenía a la mayoría de sus miembros en prisión y los que no, desperdigados por Europa huyendo del acoso en Francia, sin la más mínima posibilidad de poner en jaque al Estado como en los años de varios muertos por semana. Y mientras tanto, Batasuna fuera de las instituciones. No era precisamente la bomba lapa instalada en los bajos del coche lo que le estorbaba o le sobraba a Otegi. Lo que le estorbaba era que mientras él pensaba en cómo salir de esa, sus jefes insistían con una nueva base logística al norte de Lisboa.
Un sólo atentado procedente de aquella sede portuguesa hubiese hecho saltar por los aires cualquier principio Mitchell, cualquier declaración de Alsasua hasta Aiete pasando por Gernika o Bruselas, cualquier 'Zutik Euskal Herria', cualquier mediación de Brian Currin y demás coartadas con las que el mundo proetarra disfraza su capitulación. Tiene que darle gracias Otegi a las fuerzas de seguridad por desarticular aquella base y así poder seguir vendiendo a los suyos que fueron él y Eguiguren quienes trajeron la paz. Lo define Fernando Savater con la claridad de siempre en El País: "tendremos que llamar paz a la renuncia a matarnos de quienes ya lo consideran innecesario o imposible".
La autocrítica que Otegi dice deber a los suyos (y no a "las élites de Madrid") tiene que ver más con su empecinamiento en aquella estrategia de "seguir en las dos" ("Bietan Jarrai") que rezaba el anagrama de ETA: el hacha (las bombas) y la serpiente (la vía política que ejercía Batasuna). De lo que se arrepiente es de haber insistido por ahí cuando una de las dos patas, la derrotada ETA, ya no podía seguir poniendo de su parte sin que eso impidiese aún algunos muertos más.
Alguien debería recordarle a Otegi que mientras él jugaba a ser Mandela en la cárcel de Logroño, sus compañeros voluntariamente firmaban un acuerdo de conformidad con la Fiscalía de la Audiencia Nacional en el que reconocen que sí, que Batasuna formaba parte de ETA. Y aceptaban ser condenados (lo justo para no tener que entrar en prisión) porque aceptaban que actuaron al servicio de la banda. Así que ahora las reclamaciones, a sus compañeros. Otegi no fue condenado por reconstruir Batasuna, sino por hacerlo tras indicación de ETA. Y no le hace un hombre de paz el hecho de que en ese cometido concreto no siguiese al pie de la letra las "recomendaciones" que le hacía la famélica ETA de la 'Ponencia Mugarri' (más muertos).
Lo que le hubiese convertido en un hombre de paz es salir y condenar a sus jefes, indicar sus escondites en ese momento en el que las pistolas aún echaban humo. Y después a la cárcel a penar su culpa por haber formado parte tantos años del club de los asesinos. Claro, que entonces a su salida de prisión tan sólo le habría esperado una pintada con la palabra "traidor", como el arrepentido Urrusolo. La realidad, en cambio, es que ha sido recibido con homenajes.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio