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ANÁLISIS DE LA SEMANA

No estamos preparados para el 155

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
España22-09-2002

Si la semana pasada el lehendakari, Juan José Ibarretxe, apostaba por una “aplicación racional” de la legalidad, esta semana ha hablado de un nuevo tipo de aplicación: la aplicación “inteligente” de la ley. Tal concepción de la aplicación de la legalidad ha concluido esta semana con una decisión de la Mesa del parlamento vasco: lejos de aplicar la legalidad, ha declarado el auto del juez Baltasar Garzón “nulo de pleno derecho”. El juez se ha llevado de regalo dos querellas por supuesta “prevaricación”: una de parte del Ejecutivo de Ibarretxe y otra con remite del Parlamento vasco. Inédito en España, el hecho ha desatado todo tipo de declaraciones: la Audiencia Nacional ha cerrado filas en torno a la persona de Garzón, su profesionalidad, independencia e imparcialidad. Sin atreverse a emitir valoraciones judiciales, han mostrado su preocupación por la “quiebra del Estado de derecho” que significa la no aplicación de un auto judicial. El propio presidente del Tribunal Supremo se expresó al respecto, sugiriendo que el Parlamento podría estar incurriendo en un delito de desobediencia, y que lo correcto hubiera sido recurrir el auto, pero no declararlo “nulo de pleno derecho”. El Gobierno y el PSOE, en el seno del Pacto Antiterrorista, han coincidido en dos aspectos vitales de la cuestión: que la ilegalización de Batasuna pretende atacar el terrorismo, y no el nacionalismo. Y que no se va a recurrir a medidas de excepción para abordar el problema. Sin explicitarlo, se referían a la sugerencia que el socialista Rodríguez Ibarra había propuesto: la, por otro lado, legítima y constitucional posibilidad de suspender la Autonomía vasca en el caso de que “no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España”, como textualmente dice el artículo 155 de la Constitución Española. En el fondo, algunos nacionalistas deberían estar partidos de la risa. Por el momento, pueden hacer bastante lo que quieran y cometer todos los desagravios que se les ocurra. Las decisiones más drásticas no pueden hacerse efectivas en España. Las soluciones al desafío institucional del Ejecutivo y Legislativo vascos, por temor a lo que pueda pasar, deberán ser más imaginativas. Siendo el Partido Popular el partido de Gobierno, con más motivos aún. Todavía sobrevuela sobre sus siglas la memoria del franquismo, de la guerra civil y de un pasado de dolor. Y, aunque tengan que ver poco con lo que los anclados en el pasado pretenden, las culpas de los antepasados las cargan sus nietos. Aunque sean inocentes. Ya no por otra cosa: por el futuro de nuestros nietos, es necesario que se explore toda solución constitucional posible antes que cualquier medida de excepción. Por legal que sea, no estaríamos preparados. Ahora, la pregunta es: ¿Es la nuestra, entonces, una democracia madura?

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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