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Las bolsas de todo el mundo sucumben a un ¬conjuro¬ de malas noticias

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía21-09-2002

Cualquiera diría que una meiga ha echado mal de ojo a los mercados bursátiles europeos y estadounidenses. El hechizo que pesa sobre ellos contiene unas gotas de incertidumbre prebélica, unas notas de efecto samba y un barril de petróleo del caro. Todo ello aliñado con un poco de técnica de contabilidad creativa y puesto en marcha con las pesimistas palabras mágicas del Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal.

Este caldo de cultivo ha provocado que la Bolsa de Madrid marcara sus peores cifras desde el 11-S, y que sus principales valores coticen a los niveles de hace cinco años. El Ibex 35 se ha desmoronado progresivamente a lo largo de toda la semana, rebasando sucesivas barreras psicológicas hasta quedarse en los 5.761 puntos. El resto de las bolsas europeas tampoco se libró de los resultados desastrosos. París y Milán retrocedieron cada día entre un uno y un tres por ciento, mientras que Londres y Francfort (la plaza más castigada de lunes a jueves) consiguieron salvar la semana con repuntes del 1,22 y del 1,94 por ciento, respectivamente. A su vez, Wall Street logró recuperarse ligeramente el viernes, aunque el Dow Jones permanece de capa caída: su cotización ha quedado bajo la cota de los 8.000 puntos, frenada en los 7.986 enteros. El Nasdaq, índice tecnológico neoyorquino, restañó las heridas recibidas el jueves para subir un 0,38 por ciento el viernes. El cierre de la semana llenó de nerviosismo a los inversores con el sonido de la triple hora bruja, la fecha de vencimiento de los contratos de futuro sobre acciones, índices y opciones. Este tipo de contratos obliga al comprador a adquirir el producto en un momento determinado y a un precio prefijado. La consumación de estas transacciones aumentó el volumen de negocios en el parqué. Los mercados bursátiles abrirán la semana asentados, en muchos casos, en mínimos anuales e históricos. Su efecto sobre la economía real se presenta como la pescadilla que se muerde la cola: si las bolsas bajan, la economía empeora; si la economía empeora, las bolsas bajan. La tensión por la posible guerra contra Irak puede dar la puntilla tanto a los países productores de petróleo como a los consumidores que deben pagarlo.

Fotografía de Gema Diego