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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

El grito de Belén

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad23-12-2015

El grito de Belén es un grito de parto, de esos que ni las reinas en su protocolario silencio de casta son capaces de evitar durante el alumbramiento de sus herederos. El grito de Belén suena al futuro incierto y temible de los 16 millones de niños que nacen al año en situación de conflicto. Está ocurriendo, cada dos segundos, lo denuncia Unicef. Está ocurriendo en cualquier rincón inhóspito del planeta, donde una mujer pare con la incertidumbre de si el futuro de su pequeño será un calvario. 

El grito de Belén también es el de millones de desplazados, no sólo los refugiados del conflicto sirio, que no tienen una tierra a la que aferrarse si quieren salvar su vida. Algunos, muchos de los que aspiran a algo mejor dentro y fuera de la región de los históricos pueblos bíblicos, celebran la Navidad, y recibirán una felicitación en árabe fruto de una bonita iniciativa de la Fundación Promoción Social de la Cultura. Por lo menos algún grito se escuchará en esas tierras con algo de esperanza.

El grito de Belén también está en esa pequeña ciudad palestina, rodeada del muro que construyó Israel como medida para una convivencia cerril e imposible en la cuna del mismísimo rey David, en la plaza de la Natividad, en el Campo de los Pastores o en la Gruta de la Leche, lugares de culto católico en una población mayoritariamente musulmana. Y ese grito está también en cómo conmemoran el nacimiento del Hijo de Dios esos creyentes y, sobretodo, las 300 familias cristianas de Belén sumidas en la pobreza a las que ayudan los Franciscanos de Tierra Santa, y a los 2.000 niños a los que educan.

Belén grita alto en pocas palabras acompasadas con la melodía tristona y dulce de una vieja partitura de papel amarillento
Pero el grito de Belén apenas sale en las letras cada vez más aconfesionales de los villancicos, para no herir Dios sabe qué sensibilidades. Belén grita mientras una de esas canciones de Navidad pellizque el corazón y humedezca los ojos a alguien. Belén grita alto en pocas palabras acompasadas con la melodía tristona y dulce de una vieja partitura de papel amarillento: "Donde hay amor y bien, renace Belén; donde hay dolor y mal, llorando está".

Belén grita y nosotros, españolitos, no vemos más allá de nuestras narices, atragantados con el turrón de unas Navidades en las que los políticos que hemos votado tendrán que desdecirse y negociar para formar gobierno.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo