SIN CONCESIONES
Moragas
Por Pablo A. Iglesias4 min
Opinión09-12-2015
Puede ser el hombre más poderoso de España en estos momentos. En sus manos tiene el futuro del país. Todo lo que debe ocurrir hasta 2020 depende casi en exclusiva de las decisiones que él adopte en los próximos diez días. Un acierto o un error puede inclinar la balanza de manera definitiva hacia uno u otro lado. Incluso el voto de miles de ciudadanos para las generales del 20 de diciembre depende -sin que ellos lo sepan- del criterio de Moragas.
¿Y quién es Moragas? Más allá de los políticos profesionales y de unos cuantos periodistas, pocos españoles conocen a Jorge Moragas. Catalán, de 50 años, licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y diplomático de carrera. Durante cuatro años ha sido el director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno y desde hace seis meses es también el director de campaña del Partido Popular. Cuando Mariano Rajoy vio las orejas al lobo en los comicios autonómicos y municipales de mayo, en los que su formación sufrió un tremendo varapalo, el político gallego miró a su alrededor y depositó toda su confianza en Moragas. Como si jugara a la ruleta, apostó todo su dinero a una casilla. La casilla Moragas.
Rajoy ha apostado todo su dinero a una casilla, la casilla Moragas
Moragas ya controlaba la agenda de Rajoy, controlaba sus llamadas de teléfono y revisaba todos los papeles que llegan al escritorio del presidente. Ahora, por si fuera poco, decide los mítines, las entrevistas y la estrategia electoral del PP al completo. Muy criticado en el pasado por su carácter altivo, ahora recibe elogios por la senda de la campaña popular. En especial, por la arriesgada ausencia de Rajoy en los debates a cuatro de El País y Atresmedia y por la distendida conversación de sofá con Bertín Osborne en el prime time de Televisión Española. Tanto acierto no es casualidad. Moragas conoce como pocos a Rajoy, con sus virtudes y especialmente sus defectos.
Moragas entró en política con Felipe González, aunque fue cerca de Aznar como conoció las altas esferas. Tocó la cúspide con Rajoy al ofrecerse a dirigir su despacho en el peor momento, cuando la amenaza interna de Esperanza Aguirre era más fuerte. Desde entonces ha tenido que morderse los labios muchas veces porque el Moragas con el que algunos tratábamos hace diez años era un diputado friki con mochila que buscaba fama cerca de las cámaras y que impartía lecciones de política exterior en un blog polémico. Después tuvo que mimetizarse a su jefe, pese a discrepar en muchas ocasiones. A veces callaba y otras no tanto, pues me consta por la vía más solvente que más de una vez ha acabado desesperado al tratar de convencerle para que hiciera aquello que creía más conveniente.
"Cuando Rajoy sea presidente, se parará el país entero para escucharle", decía Moragas
Hubo un largo periodo en el que Moragas criticaba la constante exposición mediática de José Luis Rodríguez Zapatero y se jactaba de controlar al máximo las apariciones públicas de Rajoy. "Cuando sea presidente y hable, se parará el país entero para escucharle", solía decir ante la mirada atónita de sus interlocutores. Creo que Moragas nunca fue así pero pegado a Rajoy acabó tragando aquella patraña, pese a las advertencias de algunos periodistas y de muchos compañeros de partido. El fracaso quedó plasmado en los tres primeros años de legislatura y en el reciente reconocimiento de culpa de Rajoy por no haberse explicado suficiente. Así que en esta campaña ambos están aplicando la receta contraria, la misma de la que se mofaba en 2010.
El acierto salta a la vista por ahora, aunque el éxito o el fracaso se medirá en exclusiva por el resultado en las urnas del 20 de diciembre. Moragas ha convencido a Rajoy para que haga lo que nunca quiso y aquello a lo que tantas veces se negó. Este es su verdadero mérito, el verdadero milagro de un director de gabinete que dirige la campaña electoral más disputada en la historia del PP. Mucha televisión, fotos en la calle, asistencia a programas de máxima audiencia con un tono desenfadado, sentimiento y cercanía... Justo lo contrario de lo que gusta a Rajoy. Convencerle no tiene que haber sido fácil, nada fácil porque en ocasiones anteriores lo intentó con pocos frutos. Moragas siempre fue un devoto de las estrategias americanas y simplemente ha importado la fórmula. Lo novedoso y realmente sorprendente es que un gallego clásico y decimonónico como Rajoy acepte el juego. Pero no tiene otro remedio si quiere revalidar mandato. Después del 20 de diciembre comprobaremos si asume definitivamente esta nueva forma de hacer política o vuelve a ser en público el esquivo que conocemos todos.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito