EL REDCUADRO
Zapatero, como El Fandi
Por Antonio Burgos2 min
Opinión15-09-2002
Ha sido de lo más interesante del verano y nadie le ha dedicado ni un mal artículo, somos pocos los que tomamos el albero de los ruedos como circulares espejos de España. Me refiero a la irresistible ascensión de El Fandi. Cada 15 de agosto, fiesta de la Asunción, celebra también la afición la subida de un torero nuevo a la cabeza del escalafón en las largas noches de los coches de cuadrillas por los caminos de España. Este año le ha tocado por méritos propios a David Fandila. Se llama Fandila. Ojú. Con razón se lo ha apocopado. Llamándose Fandila se puede estar en la lista de los reyes godos, pero no en cabeza del escalafón. Fandila suena a Favila: el oso que mató a Favila y el toro de Daniel Ruiz que indultó Fandila, profeta en su tierra de Granada, donde hasta tiene un verbo, enfandilar. Fandila enfandila. Más Witiza que Favila, es aún oscuro el reinado de Fandila. No sale en los programas del corazón de TV, ni le sacan novias jerezanas en la prensa rosa. Cuando su biografía tiene un ver. Conozco toreros que antes de figuras fueron robagallinas, licenciados en Derecho o ricos por su casa, pero ninguno lo que El Fandi: campeón de esquí. Debe de haber un momento en que este chaval, contemplando la vida desde Sierra Nevada, decide tirar por el camino de Belmonte en lugar de la pista de Paquito Fernández Ochoa. Y ha habido una segunda ascensión en el verano, que me recuerda horrores al Fandi: la de Zapatero. En junio, nadie daba un duro ni por Zapatero ni por El Fandi, y ahí están los tíos, acabando con el papel y con las encuestas del CIS. Quizá los unen las banderillas al violín. Al Fandi le pasa como a Zapatero, que pone las banderillas al violín. Como aficionado, no me interesa nada esto del violín. En cuestión de violín, me quedo con las placas de Yehudi Menuhin. Pero sí me interesa como fenómeno de masas. La gente estaba cansada de las banderillas de El Juli y de las banderillas de Aznar, de poder a poder, arriesgando, tragando, pero sin el atractivo de transmitir el mérito que tiene hacer aquello más difícil todavía. Aznar, por ejemplo, le ha puesto un par a Batasuna asomándose al balcón y en una moneda de cinco duros. Pero lo que de verdad ha sorprendido a los tendidos es que haya llegado luego Zapatero y haya puesto a los batasunos su par al violín, tocándole de paso el violón a las tesis de Pascual Maragall. Por eso se han roto las manos aplaudiéndolo. Por eso está, como El Fandi, en cabeza del escalafón. Cuando nadie esta primavera daba un duro por ninguno de los dos.
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor