ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Demagogia
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad14-10-2015
Demagogia. Eso dicen que es recordar una situación, acontecimiento o dato para quitar importancia a otro. O para colocarlo donde debe estar. O sea, los seres humanos indefensos que mueren olvidados de la mano de Dios por medio mundo frente a un perro sacrificado con más o menos razón y tino. O hablar de que en los países árabes es donde más violaciones de derechos humanos se producen cuando el Vaticano tira de las orejas a un sacerdote gay. O decir que los padres de la niña Andrea pidieron que se le retirarse la sonda gástrica en vez de hablar de "muerte digna". Pero también sería demagogia, según algunos, cuando se defiende la vida de los no nacidos al tiempo que nos puede apasionar la Tauromaquia. Sonará contradictorio, escocerá más o menos, pero quizás no sea demagogia.
O quizás sí, que diría el presidente gallego que no baila ni es simpático pero que algo bien habrá hecho, pues si no no habría durado cuatro años alimentando su síndrome de La Moncloa. Demagogia.
Pues dice el diccionario de la RAE que la demagogia es, precisamente, "una práctica política
consistente en ganarse con halagos el favor popular". Y, lejos de ganarse piropos y un puesto fijo de funcionario, quienes defienden argumentos como los citados reciben collejas por las redes sociales y un cierto desapego.
Mira que son raros los demagógicos. Pero es que resulta que en esta España cada vez más dirigida por políticos circulares, asamblearios y ciudadanos, que como todos tienen la idea del "quítate tú para ponerme yo", la demagogia se contagia hasta estos espacios periodísticos. Mientras, el citado diccionario dice que también puede definirse como "degeneración de la democracia", es decir, cuando "los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder".
Y sin tener aspiración política alguna, ni recibir sueldo de ningún partido ni llevar en la cartera ningún carnet aparte del de periodista, esta demagoga sí que hace algo a lo que se refiere la RAE en esta segunda descripción de la palabra: recurrir a "sentimientos elementales" como el poder y la verdad. Pero entendiendo poder como el que aspira a ser justo y con una verdad para la que no todo vale.
Ir contra la corriente general implica, en cierto modo, ser un revolucionario. Y éste se rebela más contra los usos que contra los abusos.Esta idea es de José Ortega y Gasset. Pues, a estas alturas, poco está inventado. Como esa palabra "demagogia", originaria del griego, y aplicable al ámbito político, ese en el que todos son unos corruptos mientras el resto de españolitos roba como puede o miles de familias hacen lo que pueden para llegar a fin de mes. ¡Vaya! Demagogia otra vez...
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo