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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

El toro de Tordesillas

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad15-09-2015

Todos los años igual. Se construye un revuelo mediático en torno al alanceamiento de un toro en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Muchos lugareños, defensores de su fiesta y tradiciones se ponen de uñas por la llegada de forasteros que les quieren quitar lo suyo. Y los taurinos de luces y todo ese espectáculo de los ruedos ponen sus barbas a remojar con una desunión que acabará mandándoles a los corrales de la historia.

No se trata de hacer un debate sobre si el toro de la Vega parece bien o mal. Quizás la reflexión más honda y menos habitual es si los animales deben estar a la altura de las personas, si hay que defender su vida y presuntos derechos con tanta vehemencia como no se hace con los de seres humanos indefensos, o si la vida de un único animal justifica amenazas de muerte y el silencio de las auténticas catástrofes y problemáticas de la sociedad contemporánea. 

En medio de esta ola mediática que ha puesto de moda la solidaridad con los refugiados sirios, habría que plantearse qué pasaba con ellos hace dos, tres, cuatro o cinco años. Cuántos se quedaron por el camino del sueño europeo. Y qué ocurrirá con los que se asienten en esta Europa egocéntrica donde somos capaces de pasar a centímetros de una persona sin techo y no dedicarle una mirada. ¿Acaso no es un ser digno de ayuda? ¿Por qué nadie se manifiesta en defensa de sus derechos?

Estos días se hablará mucho del Toro de la Vega pero, ¿dónde quedaron los damnificados por el terremoto de Haití? ¿Acaso nadie vive ya en campamentos en aquel país americano? ¿Y qué pasa con Nigeria y la brutalidad de Boko Haram? ¿No conmueve la situación de sus habitantes como la de los sirios que llegan a Europa? ¿Y qué hay de los supervivientes al tifón que sacudió hace un tiempo Filipinas? ¿Quedan muy lejos los cientos de miles de personas que malviven en chabolas en el basurero de Payatas? La lista sería interminable.

Ahora todos los sentimientos solidarios que marca la agenda miran a los refugiados sirios, protagonistas a su pesar de una catástrofe humanitaria sin precedentes. Y, durante unos días, la prensa española (y también la extranjera) se contagiará con ese otro sentimiento de moda de defender la vida de un toro. ¿Acaso no hay todavía quien lucha contra el Ébola en África, donde la enfermedad no se ha erradicado? ¿No merecen esas personas un lugar como lo tuvo la mascota de la enfermera española contagiada hace un año?

No se trata de hacer un debate sobre si el toro de la Vega parece bien o mal, sino de reflexionar si todo vale, con toro o sin toro. Lo del titular, disculpen la molestia, era para animar a leer estas líneas.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo