ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Por todos ellos
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional27-07-2015
Tres periodistas españoles permanecen desaparecidos en Siria desde hace semanas. Cualquiera sabe lo que les ha podido suceder, desde un secuestro, hasta su muerte en accidente o asesinados, pasando por una simple incomunicación tecnológica… Esta última es posible, pero poco probable después del tiempo transcurrido.
Hay que tener coraje para dejar la comodidad de la redacción y viajar para cubrir, in situ un conflicto como el sirio. En el avispero de Siria nadie está seguro, y menos los extranjeros. Además de las, como mínimo, cuatro facciones grandes que combaten en esa encarnizada guerra, hay grupúsculos locales que se venden al mejor postor, con tal de obtener dinero o protección.
Sin duda, Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López lo sabían. Incluso así, decidieron arriesgarse para intentar contar cómo está la situación sobre el terreno. El reporterismo de guerra lleva desempeñando una labor fundamental desde hace muchas décadas. Gracias a él, la opinión pública mundial ha conocido detalles que no hubiera sido posible saber de otro modo.
Este enorme valor también está presente en los misioneros y cooperantes que trabajan para ayudar al prójimo en lugares remotos con condiciones pésimas. Estas no solo se refieren a la pobreza, también hay enfermedades contagiosas, inseguridad… A pesar de ello, quienes viajan hasta allí lo hacen con una innegable vocación de servicio.
Es necesario reconocer la función de los reporteros de guerra, de las organizaciones humanitarias que trabajan en zonas de conflicto, de los misioneros, de los cooperantes y de todos aquellos que renuncian a la tranquilidad habitual para arriesgarse por los demás.
Este tipo de labor solo salta a la actualidad cuando quien la realiza sufre algún suceso grave como secuestros, asesinatos, contagios de enfermedades (como el ébola)… Sin embargo, su trabajo es a diario y pasa desapercibido.
Por esta razón, cuando llegan malas noticias, se deben hacer esfuerzos para resolver la situación y aliviar el sufrimiento de las víctimas y de sus familias. Asimismo, nunca viene mal pedir respeto, porque, lamentablemente, todavía hay gente que no solo no valora el esfuerzo de los demás, sino que, encima, lo critica. Eso sí, desde su poltrona.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD