ANÁLISIS DE SOCIEDAD
El libro de sociales
Por Almudena Hernández3 min
Sociedad24-06-2015
Ser intelectual, en los tiempos que corren, parece ser un privilegio de los alejados de la casta para pasar a ser un ser incomprendido en las redes sociales o un rara avis como aquel viejo profesor que chapurreaba en lenguas muertas implorando a Catilina durante la clase que empezaba a las ocho de la mañana.
Y, hablando de batallitas pretéritas de infancias felices en colegios religiosos (sí, todo junto): una recuperó estos días el viejo libro de Sociales que, a los ojos de 2015, está mucho más vigente de lo que los prejuicios hacen creer. Y allí, en una de sus páginas con dibujitos a lápiz y corazones flechados por iniciales de amores adolescentes, esta que ya entonces quería ser periodista se topó con una cita que está más que de actualidad.
Habrá que leerse la reciente encíclica del Papa con detenimiento para concluir si es tan ecologista como se dice, pero quizás también habría que practicar un poco la prudencia y la mesura pues, a estas alturas de la historia, pocas cosas están sin inventar o sin decir.
“La solidaridad que une a todos los hombres en una sola familia impone a las naciones que tienen superabundancia de medios de subsistencia, el deber de no mostrarse indiferentes ante los países cuyos miembros se debaten en las dificultades de la indigencia, de la miseria, del hambre, no gozando incluso de los derechos elementales reconocidos a la persona humana. Tanto más vista la interdependencia cada vez más estrecha entre los pueblos, cuanto que una paz duradera y fecunda no es posible en estos pueblos si existe una gran diferencia entre sus condiciones económicas y sociales”.
Según el libro de Sociales, estas palabras las rubricó allá por 1961 un tal Juan XXIII en Mater et Magistra, por eso de lo de al César lo que es del César. El fondo argumental de estas líneas bien podría inspirar uno de esos parlamentos directos con los que sorprende hoy el Papa de Roma con su acento argentino, a pesar de que el contexto histórico no sea el mismo. En resumen, que Gloria Fuertes tenía razón: “El niño antes que el árbol”, la clave del cristianismo.
Hemos de dejar tranquilos a los reyes, a los ministros y a los generales, y estudiar los elementos comunes que guían a las masasDel libro de Sociales también me quedé con otra cita que podría explicar mucho de lo que ocurre a esta España de indignados, socialización de la política y representantes podemistas. El texto se atribuye a Tolstoi y es un fragmento de su obra Guerra y paz.
“Estoy convencido de que por más que estudiara la aguja del reloj, la válvula y las ruedas de la locomotora y los retoños del roble, no lograría conocer ni la causa de las campanadas, ni el movimiento de la locomotora, ni la del viento primaveral. Por eso me veo precisado a cambiar el punto de vista de mi observación y estudiar las leyes del vapor, de la campana y del viento. La historia ha de hacer lo mismo. Para estudiar las leyes de la historia, hemos de cambiar completamente el objeto de la observación, dejar tranquilos a los reyes, a los ministros y a los generales, y estudiar los elementos comunes, infinitamente pequeños, que guían a las masas”.
Conclusión, que cada cual saque la suya. De momento, quizás no fue tan malo lo que estudiamos en la vieja y denostada EGB. Llegó el verano. Aprovechen para repasar los viejos apuntes (quizás empezando por Sociales) y reposar las cosas dos minutos. Dos minutos al menos.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo