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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Propuestas y diálogo, sí; Amenazas, no

Fotografía

Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura3 min
Internacional01-06-2015

El primer ministro británico, David Cameron, ganó el órdago sobre el referéndum escocés… y parece que le ha cogido el gustillo a organizar este tipo de eventos. Su próximo objetivo, tal y como adelantó, es preguntar a la población si quiere que Reino Unido siga formando parte de la Unión Europea (UE).

Eso sí, en la consulta no van a poder votar todos lo que estén viviendo allí, solo será posible para los británicos (incluyendo a los gibraltareños), los irlandeses, los chipriotas y los malteses residentes en Reino Unido. El resto de ciudadanos de la Unión Europea y los británicos (aunque sean de pura cepa) que hayan vivido más de 15 años fuera no tienen derecho a participar, no vaya a ser que estén contaminados por los aires bruselenses.

Cameron ya se ha entrevistado con el presidente de Francia, François Hollande, y con la canciller de Alemania, Angela Merkel, para explicarles qué concesiones debe recibir por parte de Bruselas para alentar y promover la permanencia de Reino Unido en la UE.

Entre las peticiones de Cameron se encuentran potenciar las políticas estatales, recibir menos injerencias comunitarias y que el Gobierno británico tenga mucha mayor autonomía en las decisiones que le afecten y en el control de la inmigración y de las prestaciones sociales a los extranjeros.

Si las demandas de Cameron se cumplen es posible que en el referéndum gane que Reino Unido siga en la Unión Europea. Al fin y al cabo, la posición oficial que adopte el Gobierno tendrá su influencia en muchos votantes. Sin embargo, habría que mantener la cautela, debido a la enorme cantidad de euroescépticos que hay en el Partido Conservador, al que pertenece el primer ministro. Este tipo de consultas son imprevisibles. Por tanto, cualquier resultado puede darse, tanto en un sentido como en otro, incluso el de seguir en la UE aunque no se acepten las demandas planteadas.

La consulta abre un interesante debate en la Unión Europea. Es cierto que Reino Unido es una potencia mundial y con un peso destacado en las relaciones internacionales. También lo es que los británicos, en más de una ocasión, han sido una china en el zapato comunitario, y se han preocupado más de sus propios intereses que de los del resto de socios.

Sin duda, en la UE va a crecer el miedo nostálgico a perder a uno de sus importantes miembros e intentará satisfacer las demandas de Cameron. Sin embargo, debería estudiar con detenimiento si estas peticiones son compatibles con el camino común que se lleva recorriendo desde hace décadas, y al que se han ido sumando decenas de miembros hasta llegar a 28 (y los que quedan por llegar).

Si la Unión Europea estima que las pretensiones británicas afectan negativamente al resto de socios, no debería ceder. Es posible que en algunos de los asuntos en cuestión se pueda hallar un término medio que satisfaga a Reino Unido sin perjudicar a los demás. No sería la primera vez que sucede algo así, por ejemplo, no todos los miembros de la UE forman parte del euro o del llamado Espacio Schengen. 

Generar debate intracomunitario es bueno si se hace de forma constructiva, con diálogo y con propuestas. Tratar de imponer unas políticas bajo la amenaza de una secesión solo genera crispación y pérdida para las partes implicadas, tanto para los que se van, como para los que se quedan.

Fotografía de Isaac Á. Calvo

Isaac Á. Calvo

Licenciado en Periodismo

Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación

Editor del Grupo AGD