ANÁLISIS DE CULTURA
Friedrich o por qué pintar
Por Marta G. Bruno2 min
Cultura29-04-2015
No sé muy bien por qué decidí pintar a Friedrich. Tampoco sé por qué tuve la idea inicial de adentrarme en el embaucador mundo de la pintura cuando faltan horas en el reloj, hasta que di la primera pincelada mojada. Y mientras el papel grueso –porque dicen los entendidos que cuanto más lo sea, menos se arruga y el color se impregna mejor– absorbe el goterón del agua, me quedo embelesada mirando la maravilla cromática que se traduce en lo más parecido a una obra que no sé si válida para colocar en el Thyssen, pero por lo menos sí en el salón. Y si no, siempre queda como salvación el socorrido marco.
Pero volvamos a Friedrich. ¿Por qué él? Porque su obsesión por las puestas de sol traspasa la del enamorado ibicenco, porque la profundidad de sus obras transmiten el calor del Romanticismo que su gesto de alemán irritado rechaza. La alegoría del paisaje contemplativo, árboles sin hojas, adentrarse en el mundo natural en plena desilusión de la clase media de su época. Una calma que le dejó morir en la soledad de la oscuridad, porque murió cuando se llevaban las pinceladas con prisas, la industrialización, esa sensación de “el hombre puede con todo”.
En efecto, después de leer un poco más en profundidad sobre este personaje, encontré una similitud entre su vida y mi elección. Una presencia humana casi inapreciable frente al todo del mundo natural que nos rodea. Grandes de cara al exterior, diminutos frente al inmenso que nos supera, y que nos lo demuestra día a día con catástrofes naturales que hunden vidas. El desafío a ese “todo” puede pagarse con la muerte. Lo mejor que podemos hacer es contemplarla en su plenitud.
Constable y Turner también dieron con la idea en sus cuadros sombríos y llenos a su vez de espiritualidad. No nos damos cuenta de lo que contamos hasta que nos vemos en la calle sin más techo que el de una tienda de campaña de la que hay que achicar agua porque no para de llover. Una maleta con ropa mojada y mal doblada como único fondo de armario. Todo lo demás ha desaparecido en cuestión de minutos. La mano humana de nuevo no sirvió de nada. Por eso sus personajes aparecen de espaldas, ajenos a la realidad que les espera.
Friedrich ha sido relacionado con el nazismo en una errónea interpretación de su obra por su sentido patriótico de la germanidad, como si contuviera el origen hitleriano, en un claro propósito morboso de deformar el arte cuando sus autores están más que muertos y por lo tanto sin la capacidad de la defensa. Al final la pintura se entrelaza con la política, o al revés. Quizás ninguno pueda vivir sin el otro.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press