ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Una cumbre importante reforzada con un apretón de manos
Por Isaac Á. Calvo
2 min
Internacional13-04-2015
La última Cumbre de las Américas pasará a la historia por el apretón de manos entre el presidente de Cuba, Raúl Castro, y su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama. Este gesto, unido a los discursos que abogan por la distensión entre ambos países, obliga a ser optimistas en lo referente a sus relaciones bilaterales, tan deterioradas desde hace décadas.
El nuevo diálogo cubano-estadounidense es muy efectista, pero falta que sea efectivo y, sobre todo, que dé sus frutos. Evidentemente, en poco tiempo no se puede pasar de tener políticas antagónicas a ser aliados íntimos. Por eso, los pasos hacia una relativa normalización diplomática y comercial van a llevar su tiempo y no serán sencillos.
Mejor impulsar las relaciones ahora que más tarde, porque Obama se encuentra en el final de su mandato, y Castro está en el ocaso de la vidaEstaba claro que las posturas que mantenían tanto Estados Unidos como Cuba no se adecuaban a los nuevos escenarios internacionales. A ambos les interesa escenificar un cambio de rumbo y explorar nuevas posibilidades, ya que ha quedado patente que la tensión y las políticas adoptadas durante años no han tenido los resultados esperados.
Y mejor hacerlo ahora que más tarde, porque Obama se encuentra en el final de su mandato, y Castro está en el ocaso de la vida (nació en 1931), y nunca se sabe lo que puede pasar cuando lleguen nuevos dirigentes a las respectivas presidencias. Además, conviene recordar que ambos países son vecinos y están separados por solo 90 millas (unos 150 kilómetros).
Aun así, el acercamiento entre Castro y Obama no debería eclipsar la importancia de la Cumbre de las Américas. Este encuentro ha servido para reunir a los 35 países americanos (y a 34 de sus máximos dirigentes) y para dar protagonismo político y mediático a un continente tan relevante como el americano.
América tiene un enorme potencial en todos los ámbitos. A pesar de las discrepancias entre varios de sus integrantes y de los problemas internos de algunos países, encontrar puntos de entendimiento es fundamental. Cuantos más existan, habrá más posibilidades de alcanzar un desarrollo global continental y mayores cotas de confianza y estabilidad, que acabarán beneficiando internamente a cada Estado.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD