ANÁLISIS DE CULTURA
El síndrome de la Titulitis
Por Marta G. Bruno
3 min
Cultura01-03-2015
Año 2000. La burbuja en pleno auge. Ofertas de empleo a 200.000 pesetas al mes para trabajar en la obra. Si lo pasamos a euros y teniendo en cuenta lo que ha subido la vida la cuantía se queda en una cifra bastante normalita (1.200€), aunque bien quisieran ganar lo mismo muchos de los que aún tienen su silla en la cola del paro. Una época en la que apenas un 26% de los jóvenes tenían estudios superiores. Ese año Finlandia ocupaba el número uno en el informe PISA en comprensión lectora.
Hoy España puede presumir de estar por delante de los finlandeses en cuestión de estudios. Un 41,1% de nosotros son formación superior frente a nuestros vecinos del norte, que se quedan en un 40%. ¿Ha dejado Finlandia de ser un país modelo en educación? ¿Son los nuestros datos “fantasma”?
La realidad española va por esos derroteros. Muchos títulos y pocos frutos, muchas lagunas. España ocupa el puesto 29 de 44 en las pruebas PISA, a la cola de los países de la OCDE, informes en los que por cierto Asia es el colmo del éxito . Dejamos mucho que desear en matemáticas. Pero nuestros jóvenes y niños se quejan de que la cantidad de tareas con las que llegan a casa es colosal. Es la pista que demostraría que en nuestro país no es tanto el número de ejercicios que ponga la profesora, sino que sepamos realizarlos en clase.
Hagan memoria, vuelvan a su etapa de estudiantes. El profesor explica la lección en clase y manda posteriormente ejercicios para resolver en casa. ¿No sería más fácil resolverlos ese mismo día? Al día siguiente los alumnos llevan los deberes hechos (o eso se pretende) a clase, pero se corrigen sólo unos pocos en alto. Habrá muchos niños que se vayan a casa sin haber entendido el problema.
Quizás tanto las clases en el colegio como en la Universidad deberían convertirse en una práctica continua sobre lo que verán en su día a día en esa jungla laboral a la que nadie está preparado a entrar hasta que se ve de lleno en ella. Y si no, ¿Por qué la tasa de paro juvenil todavía es del ruinoso 50%? ¿Por qué esa sobrecualificación de alumnos que están abocados en una gran mayoría a ganar lo mismo que en una pizzería, al menos durante los primeros años?
Finlandia, el clásico modelo a seguir. Tópico que no por ello menos imitable. Hay universidades que ya enseñan estudios multidisciplinares, como aquí las dobles carreras, pero aún más abiertas a la variedad laboral. Volver a recuperar la música o el dibujo en los colegios para despertar la creatividad de los futuros pensadores. Apostar por preparar a un profesor con la misma responsabilidad que un médico. Menos coladeros y oposiciones más duras. O al menos más exigencia.
No es cuestión de desmerecer el conocimiento, necesario e imposible conocer en su totalidad. Es la necesidad de que el alumno no sea mero oyente, sino sujeto activo, que sepa qué quiere ser de mayor. Porque en un futuro la demanda sobrepasará con creces la oferta, más de lo que hoy lo hace. Enseñar a fallar. Ensayo error. Nuestros jóvenes no nacen genios, como a veces pretendemos hacer ver. Se hacen, y aquí mucho queda por mejorar.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press