ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
De sobresalto en sobresalto
Por Isaac Á. Calvo
4 min
Internacional30-03-2015
La actualidad deja noticias que suponen estar de sobresalto en sobresalto. Después de los atentados en París y en Túnez, el mundo se ha sobrecogido con el accidente de avión ocurrido en los Alpes franceses.
Si ya de por sí un accidente de avión siempre siembra la incertidumbre entre la población, y más aún entre los que vuelan con frecuencia, en este caso la investigación apunta a un suceso totalmente premeditado por parte de uno de los pilotos del aparato.
Es normal que se produzca una psicosis colectiva en casos como estos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el avión es el medio de transporte más seguro. Hace no mucho tiempo, en España morían cada año miles de personas en la carretera. Es cierto que era un constante goteo de fallecidos, y esto hacía que pasaran desapercibidos, pero, al hacer recuento anual, la cifra era realmente escandalosa.
Evidentemente, un suceso donde hay decenas o cientos de muertos de una sola vez es mucho más impactante. Queda todavía mucho por investigar en el accidente de Germanwings, incluso es posible que nunca se llegue a saber con exactitud lo que pasó y por qué ocurrió.
El mundo de las líneas aéreas requiere de una gran confianza por parte de los pasajeros. En primer lugar, cuesta comprender cómo una mole de decenas de toneladas de peso, y con esa magnitud y envergadura es capaz de elevarse a miles de metros y despegar y aterrizar sin problemas. Como es lógico, hay una explicación física detrás de ello y horas y horas de estudio por parte de los ingenieros. Aun así, el avión no deja de ser una máquina con miles de piezas que requieren de una construcción minuciosa y de un mantenimiento pertinente.
En segundo lugar, también hay que tener una especial confianza en las personas que están a cargo del avión, tanto en los controladores aéreos como en los pilotos. Se da por hecho que son profesionales perfectamente formados y preparados académica y psicológicamente. A pesar de ello, el sistema no es perfecto y puede fallar, con las consecuencias que esto acarrea.
Además, conviene recordar que las personas también tienen una serie de circunstancias que, por mucho que se intente, no es fácil dejarlas a un lado cuando se está trabajando: problemas personales y laborales, presión por parte de los jefes, necesidad de cumplir una serie de horas a rajatabla, poco descanso, estrés...
Nada justifica una acción como el suicidio y mucho menos si este lleva aparejado el asesinato colectivo. Lamentablemente, tal y como está configurado el sistema, es muy probable que queden sucesos impactantes por sufrir (aunque quizá no de tanta magnitud). Se vive en una sociedad donde se están perdiendo los valores y donde las personas van más a lo suyo y solo se preocupan por sí mismas.
El hombre está más conectado y con mayores posibilidades de interacción. Sin embargo, cada vez se relaciona menos personalmente y en muchas ocasiones se encuentra solo, a pesar de estar rodeado de compañeros de trabajo e incluso de miles de amigos virtuales. El ser humano se está convirtiendo en una especie de máquina donde la parte afectiva y social está quedando en un segundo o tercer plano. Y esto es peligroso, porque es un ser social que necesita de esa interrelación y de ese afecto.
Los atentados terroristas y accidentes como el de Germanwings hacen que el hombre se vuelva desconfiado, tenga miedo y recele de cualquier persona que no conozca o que sea diferente a él. Es más, se acrecientan los prejuicios y los estereotipos y se avanza por un camino que no contribuye a nada bueno.
El hombre, por su naturaleza, debe confiar en su semejante porque así se afianzan relaciones y se consigue avanzar mucho más. Afortunadamente, a pesar de todos estos sucesos que tanto resuenan, siguen existiendo muchas más personas dispuestas ayudar al prójimo e incluso al extraño.
Las tragedias como la de los Alpes deberían servir para hacer reflexionar a cada persona, independientemente de su estatus, sobre cuál es su aportación para construir una sociedad mejor. El camino es muy largo y complicado porque la deshumanización social lleva mucha ventaja, pero eso no significa que la batalla está perdida, se puede conseguir y cada uno, individualmente, debe trabajar por ello.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD