ANÁLISIS DE ESPAÑA
El enemigo exterior
Por Alejandro Requeijo2 min
España02-03-2015
No está la carrera electoral para eludir envites y si el que te interpela es el mismísimo Alexis Tsipras la respuesta es obligada, pues vale 2x1: aprovechas la réplica para recordarle que aún te debe pasta y por el mismo precio lanzas un mensaje contra Podemos. Sin necesidad de citar expresamente como en el debate sobre el estado de la Nación. Rajoy nombró al "señor Iglesias" para ningunear a Sánchez y lo primero que hizo el secretario general de Podemos fue autoproclamarse líder de la oposición. De insistir, capaz es de venirse arriba y convocar otro acto para anunciarse directamente como presidente de la tercera República. De momento lo que ha hecho Rajoy es decirles a unos y a otros que no busquen enemigos externos como si la búsqueda de una amenaza exterior con la que justificar las decisiones o esconder carencias fuese algo nuevo o exclusivo de la democracia griega.
En España es un recurso tan antiguo como las conspiraciones judeomasónicas, que como todo el mundo sabe eran causa de todos los males como ahora lo puede ser la herencia socialista recibida, por citar un ejemplo contemporáneo. De hecho es el propio Rajoy quien se vale de ese repentino ataque externo desde Grecia para hacer campaña en clave interna porque Syriza en tanto en cuanto a su parecido con Podemos también vale como enemigo externo. Como para otros lo es Merkel, la Troika, los bancos, Espanya ens roba, los árbitros, el jefe, los semáforos.... Como para todos ha sido un recurso válido culpar a la clase política por la crisis hasta el punto de caer en la tentación de pensar que los políticos son extraterrestes que han venido de otro planeta para ocupar y dirigir nuestras administraciones sin que nosotros hubiésemos hecho nada para permitírselo.
Todo el mundo tiene su particular enemigo externo con el que despejar la x de la responsabilidad, como mínimo una suegra. Es algo tan común que hasta ha habido casos en los que se ha tratado de pintar como enemigo exterior lo que en realidad eran algo tan interno como un tesorero. En función de su entidad, tener un enemigo externo sirve también en ocasiones para legitimarse. No es lo mismo sentir que tu enemigo externo es Rajoy a tener que asumir que tu rival es un tal Juan Manuel Moreno Bonilla, por ejemplo. Los enemigos externos pueden ser más o menos lejanos, más o menos etéreos, grandes, pequeños, conocidos, desconocidos pero casi nunca el origen real del problema, que suele estar en los errores propios de cada uno. Aunque apelar a lo otro siempre es más sencillo.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio