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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Postureo indignado

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España09-02-2015

El postureo indignado campa a sus anchas en las encuestas que casi a diario nos anuncian algo así como una nueva transición, sólo que esta vez lo desconocido no luce patillas y chaqueta de pana, sino coleta y camisas del Carrefour. Por postureo indignado se entiende a todos aquellos a los que se les llena la boca avisando de que ellos tumbarán este sistema de chorizos, pero a la hora de la verdad o les entran dudas o se van a la playa si el día de votar sale bueno. El postureo indignando es capaz de reconocer que votó a Podemos en las pasadas generales. Es capaz de decir que votará a Pablo Iglesias en las próximas municipales aunque su partido ni siquiera se presente. El postureo aflora en estas fechas prelectorales donde ya es más fácil que te joda la siesta una empresa demoscópica a que lo haga una compañía telefónica.

El postureo indignado nunca ha votado al partido del Gobierno. Si hubiese que tomárselo en serio Zapatero aún sería profesor universitario en León, Aznar nunca hubiese aprendido texano y Rajoy jamás hubiera pisado La Moncloa. Pero la realidad dice que los tres ganaron elecciones con mayorías absolutas mientras Anguita se tuvo que volver a Córdoba siendo siempre el líder más valorado. En los primeros días del 15M, cuando nadie pensaba que de aquello pudiese salir algo tan caduco como un partido político con un líder y estructura piramidal al uso, a algunos plumillas nos tocó hacer noches de guardia en la Puerta del Sol. Para los primeros que llegasen la organización repartía esterillas de esas de campamento para dormir sobre el cálido suelo de mayo a la espera de que en plena madrugada se apareciese la revolución o los antidisturbios.

En una ocasión lo único que se apareció fue un grupo de chavales que salían de la Joy con signos evidentes de que a su noche le habían faltado horas. Avanzaban por la plaza abriéndose paso a gritos esquivando tiendas quechua, lo cual tenía cierto mérito en su estado. En esas que alguien les pidió silencio porque “los compas” estaban descansando. “¡Oye, oye a mi no me digas nada que yo aquí vengo a protestar como el que más!”, contestó indignado uno de ellos. Pero la realidad es que a los cinco minutos ya se habían ido. A dormirla a casa o a un after. Las encuestas miden los indecisos, pero no el postureo indignado con el que hoy Podemos ya es segunda fuerza. Y Pablo Iglesias le pide a Rajoy elecciones mañana. Pero el presidente tiene su propio tic, tac y no suena a cuenta atrás precisamente, sino todo lo contrario.

Por no tener listo no tiene ni a los candidatos, como para meterle prisas. Pero Pablo Iglesias y sus niños perdidos insisten en marcarle el tiempo a Rajoy, que como el Capitán Garfio querría secuestrar todos los relojes porque le daban pánico. El querría parar el tiempo y dejar que la recuperación se materialice. Sabe que le queda un año de datos económicos positivos y en este caso el tiempo juega a su favor. Al fin y al cabo el PP sigue en cabeza, según las mismas encuestas, lo cual es una excepción a tener en cuenta si se compara con del desplome de todos los partidos que han gobernado o gobiernan en la Europa de la crisis. Todavía va a haber que disculparse con Arriola.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio