SIN ESPINAS
La dictadura de Mohamed VI
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión21-07-2002
Al otro lado del Estrecho de Gibraltar hay un país muy diferente a España, con otra cultura, otra religión, otro idioma, otro todo... Marruecos fue antaño un país exótico que muchos españoles visitaban durante sus vacaciones para conocer un pellizquito de África, hasta que la inseguridad y la mala fama le restaron interés entre otros destinos más atractivos para turistas y domingueros. Antes, era un país muy diferente a la Unión Europea y con tradiciones ancestrales poco habituales en el viejo continente. Ahora, es una nación mucho más europeizada en las formas pero igual de antigua y rancia en el fondo. Para comprender la postura de Marruecos ante el conflicto de Perejil hay que conocer y tener en cuenta el carácter del rey Mohamed VI, la falta de libertad de prensa y la pobreza en la que está sumida gran parte del país. Las mujeres siguen estando sometidas a los hombres, no hay un desarrollo real de la industria y del comercio y carece de unas infraestructuras dignas para una nación de grandes dimensiones y dividida en dos por el desierto, más allá de Marrakech sólo hay arena y, más allá aún, el Sáhara. Mohamed VI ha heredado de su padre Hassan la obsesión por el Sáhara, que le llevó a lanzar la marcha verde cuando aún era colonia de España durante los últimos días de la dictadura. España ha cambiado en 25 años pero Marruecos sigue siendo casi el mismo país. No se aceptan las críticas públicas ni las informaciones contrarias a la voz del régimen. Incluso con el conflicto de Perejil presume de haberse salido con la suya y de haber expulsado del islote a los españoles, cuando la operación militar del Ejército dejó en evidencia su capacidad y cuando la historia acaba del mismo modo que comenzó. Nadie ocupará Perejil a partir de ahora como nadie lo hizo en los últimos 40 años. Perejil no será ni de unos ni de otros, como quería España, pero en Rabat seguirán tergiversando la verdad para enaltecer a Mohamed VI y hacer olvidar la plebe los miles de millones que ha gastado en su boda real mientras el pueblo se muere de hambre.