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ISLA PEREJIL

De cómo España reconquistó Perejil

Por Ana María Riaza Tiempo de lectura2 min
España19-07-2002

"Al alba, con viento fuerte de levante..." Con estas palabras, que bien podrían dar pie al mejor de los relatos de Julio Verne, despertaba el pasado miércoles el ministro de Defensa, Federico Trillo, al intentar explicar a la nación española una de las ofensivas militares más surrealistas de los últimos tiempos: la reconquista de isla Perejil.

Situado a casi doscientos metros de las costas de Marruecos, la isla Perejil es un pequeño remanso de entreaguas hispano-marroquíes, refugio de cabras y cubierto por gran cantidad de matojos del sabroso condimento que le da nombre. Claro que la calma en Perejil no es eterna. El pasado 11 de julio, seis soldados de origen marroquí se establecían sobre la isla, en un acto que ha sido interpretado por España y las fuerzas internacionales que la apoyan como ofensivo, y que ha roto con el estado de equidad reinante desde mediados de siglo. De manera inmediata saltaban todas las alarmas dentro del Ministerio de Defensa: Perejil, ese islote que por su posición geográfica podría ser considerado casi marroquí, y que tan insignificante ha resultado tanto desde el punto de vista económico como militar para ambos países, se convertía en asunto de máxima prioridad, después de haber visto alterado un statu quo de más de 40 de años de historia. Por primera vez en mucho tiempo, España se veía envuelta en un conflicto militar externo y que le atañe directamente. Y ello merecía el mejor de los despliegues: cuatro helicópteros Cougar, sustentados por otros tres helicópteros del tipo Bolkov, un total de 28 boinas verdes del Mando de Operaciones Especiales (MOE), así como numerosas patrulleras. De este modo, a las 06.21 horas, aterrizaban los cuatro Cougar en Perejil, bajo la atenta vigilancia del resto de helicópteros, que observaban como la patrullera marroquí que permanecía junto al islote se alejaba rápidamente y sin ofrecer resistencia. Minutos después, los 28 soldados se desplegaban por los escasos páramos de Perejil, mientras los helicópteros se acercaban al chamizo en que se hallaban los seis soldados marroquíes, solicitando que conservaran la calma. Poco más de una hora después, los seis infantes eran reducidos y detenidos en Perejil, al tiempo que la bandera española se izaba paradójicamente sobre el peñón, convirtiendo lo que hasta entonces había sido un asunto pintoresco en un incidente grave, y que el Gobierno marroquí ha traducido como una clara declaración de guerra.

Fotografía de Ana María Riaza