ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Creer es más fácil que pensar
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad26-11-2014
Leo en un coche descuidado aparcado en la calle el mensaje que reza en una fotocopia pegada con celofán por dentro de la ventanilla: "Creer es más fácil que pensar". Y, de fondo, el retrato de Albert Einstein. Avanzo mis pasos y con ellos en mi reflexión, con el alma un poquito escocida, pues me supongo ofendida por mi fe, por lo que según el citado lema para una debe de ser harto complicado reflexionar. Y pienso, o algo así, que depende de en qué se crea. Creer en las palabras de un líder político que dice lo que se quiere oír en momentos de desesperación equivale a poner el piloto automático y dejarse llevar por los lemas que tanto triunfan en tiempos de desencanto: que los pobres no tendrán impuestos, que los desempleados recibirán un sueldo sin trabajar, que los empresarios, los banqueros, los curas, los periodistas y los gobernantes son malos malísimos y otras muchas historias de castas y puertas giratorias... Pero creer en las cosas que nos complican la vida, según interpreto del cartelito en blanco y negro, es más fácil que pensar, como si a la fe no se llegase también a través del intelecto. Creer en un Dios que pide amar al enemigo debe de ser más fácil que hacer 20 raíces cuadradas. Creer que existe vida en ese niño que está por nacer y apostar por ello aunque caigan chuzos de punta es pan comido frente a eliminar a ese ser a quien consideramos que nos "joderá" (con perdón, pero es la palabra) la vida. Cuidado, presidente Rajoy, que los provida amenazan con no votarle por retirar la ley del aborto que estaba redactando el ex ministro Gallardón. Creer es de tontos, está claro. Por eso arrasa Podemos en las encuestas. Por eso las portadas publican entrevistas al farsante Nicolás. Todo ello importa más que cada año se aborte en España a tantos niños como solicitudes hay para adoptar. "Creer es más fácil que pensar", dice la fotocopia. Pero el que lo dice cae en la contradicción, pues al defenderlo también está creyendo: que la fe no vale un euro y que apenas nadie piensa. Es una lástima, pues con fe la conciencia es la sal que adereza el conocimiento. Todos creemos, a diario y en lo cotidiano, aunque sea un mínimo, como que ese piloto de avión nos llevará al destino sin sobresaltos y que ese médico combatirá la enfermedad (aunque sea el mismísimo Ébola). Así lo creo. Así lo pienso y no he muerto en el intento.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo