ANÁLISIS DE LA SEMANA
Zaplana toma posiciones
Por Amalia Casado2 min
España16-07-2002
El Gobierno de José María Aznar ha sentado las bases de su futuro más inmediato con una serie de cambios en el Ejecutivo en busca de un gabinete con más peso político. La principal entrada es la del hasta la fecha presidente de la Generalitat valenciana, Eduardo Zaplana, que ocupará la cartera de Trabajo. Las mil y una apuestas de la sucesión de Aznar veían a Zaplana como un posible sucesor que perdía sus opciones si mantenía su puesto al frente de la Generalitat de Valencia. Sin embargo, su entrada en el nuevo Ejecutivo, cambia las tornas y hace que él se convierta en uno de los más firmes candidatos, pero no el único. Y si no que se lo pregunten al incombustible Mariano Rajoy. El ex ministro de Interior es un peso pesado de la política de Aznar y más a partir de ahora cuando ocupe la función de ministro de la Presidencia y Portavoz del Gobierno, cargos con los que Aznar busca tranquilidad para sus dos últimos años de mandato. Porque serán los últimos, eso está más que decidido. Y, tan claro está, que sólo falta concretar su sucesor, y a un año vista de tal momento, Zaplana y Rajoy cuentan, al cincuenta por ciento cada uno, con todas las papeletas de la inminente rifa. Y todos estos movimientos en el Gobierno popular se producen en un momento en el que el Ministerio de Exteriores anda envuelto en líos y zaragatas. Josep Piqué, Cataluña es su próximo gran reto, cede la patata caliente a Ana Palacio. Difícil papeleta. Por un lado, deberá lidiar el toro marroquí asentado en un islote de nombre Perejil, y que España, pretende recuperar por la vía diplomática, debido a las difíciles relaciones entre ambos países. Mal asunto pues para el inicio de una ministra que tiene sobre la mesa la también complicada situación de la soberanía compartida o no con Gran Bretaña por el peñón de Gibraltar. Veremos que pasa. Pero no nos olvidemos del País Vasco, esta semana se cumplen cinco años del asesinato a manos de ETA de Miguel Ángel Blanco, las movilizaciones de entonces supusieron un punto de inflexión que no ha servido para acabar con la violencia etarra, y no es cuestión de independencia o no como reclama insistentemente el Gobierno vasco, sino de vida o muerte. Por suerte para los que están a favor de la vida, el juez Baltasar Garzón continua con su acoso y derribo a todo el entramado económico de la banda, cuentas de Batasuna y herriko tabernas embargadas son la viva prueba de ello.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo