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Una lluvia de fraudes empresariales empapa la economía estadounidense

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía12-07-2002

Si la tormenta de escándalos contables en Estados Unidos (EE.UU.) no cesa, la Comisión del Mercado de Valores (SEC) va a terminar pillando una buena pulmonía. De momento, su presidente, Harvey Pitt, ha comenzado a experimentar los primeros síntomas: las críticas sobre él y las voces que piden su dimisión arrecian cada vez más, pese al apoyo explícito del presidente de EE.UU., George W. Bush.

El sector farmacéutico, las telecomunicaciones o el petróleo. Nada se libra del fraude, con lo que las bolsas van de mal en peor. Tanto las farmacéuticas Merck y Bristol-Myers como las empresas de telecomunicaciones WorldCom, Global Crossing o Qwest Communications, han contribuido a hundir las cotizaciones de Wall Street. Merck inauguró la lista de escándalos de la semana pasada al descubrirse que su filial de venta de medicamentos a descuento, Medco, había hinchado sus ingresos con 14.000 millones de dólares que no había cobrado. Merck justifica esta práctica afirmando que los balances se cuadran con pagos por la misma cantidad, y escudándose en que esta maniobra está reconocida en el código de Principios Contables Generalmente Aceptados (GAAP). Sin tiempo para respirar, Qwest Communications sucedió a Merck en el puesto del fraude de moda. Qwest es una operadora de telecomunicaciones, la cuarta de EE.UU., acusada, al igual que Global Crossing, de incrementar de forma falsa sus ventas y sus intercambios de activos para retrasar su quiebra. Tras Qwest, Bristol-Myers devolvió el protagonismo al sector farmacéutico. Bristol Myers, la quinta compañía farmacéutica del mundo, se enfrenta ahora a una investigación de la SEC para determinar si alertar a los intermediarios de posibles subidas en el precio de los medicamentos es delito. Esta hecho provocó que los intermediarios acumularan productos antes del supuesto encarecimiento, con la intención de aumentar sus beneficios a costa de las farmacias. Mientras, ni el Gobierno estadounidense se libra de las sospechas. La SEC, ya sobrecargada con tanto trabajo, ha debido aumentar su pila de asuntos pendientes con Halliburton, una compañía petrolera dirigida entre 1995 y 2000 por el hoy vicepresidente de EE.UU., Dick Cheney. Halliburton ha sido demandada por la organización conservadora Judicial Watch, que afirma que la petrolera manipuló su contabilidad adjudicando a sus acciones un precio superior al real.

Fotografía de Gema Diego