ANÁLISIS DE CULTURA
Almas pasajeras
Por Marta G. Bruno2 min
Cultura01-10-2014
El rocío mañanero empolva las tiernas setas que brotan en tupidos bosques de sierras tan concurridas como las carreteras en fin de semana. Almas perdidas debajo de las copas que dejan su mente en blanco mientras buscan el trofeo que poder llevarse a la boca con el cuidado que precisa tal sutil recogida. Esas almas pasajeras han descubierto un nuevo entretenimiento mientras caen las primeras hojas pardas del inicio otoñal. Y pasan los años y los campos se muestran casi tan arraigados al amarillo pajizo de Castilla que cualquiera diría que los años pasan. Y las almas buscan un pasado donde encontrarse, porque el presente les da miedo. Y el futuro les abre un agujero en el estómago de esos de los que uno se retuerce tumbado en la cama, temiendo que las fauces de la mustia arruga y el pelo cano los envuelvan hasta la muerte. Provincianos que desean la ciudad tanto como los transeúntes de subsuelo anhelan el olor a eucalipto de las mañanas húmedas de los bosques. El camino del que hablaba Machado, la política bananera que anuncia telediarios cada mañana. Cigüeñas que descansan en los campanarios. Cielos impasibles ante la hipocondriaca muchedumbre que aburre a las calles. El tiempo pasa sin darnos cuenta. Y con esas la cepa hispana se aferra a la fruta envenenada, esa España que pasó y no ha sido, la de 1900, la de 2014, la de los campos de Castilla tan amarillos como entonces. La del que quiere vivir en la anarquía independiente, “entre una España que muere y otra España que bosteza”. Liechtenstein, Andorra, Islas Caimán. Una España que de nuevo se parte en dos. Y sin quererlo los olmos se hacen viejos, los usureros también, y el ladrón que se hace pasar por justiciero pasa de príncipe a rana, y no al revés. Y desde entonces los versos no cambian, se escriban con pluma o a golpe de huella dactilar, porque la danza de las almas pasajeras es la misma, ni siquiera la música suena distinta. Ese españolito del que hablaba Machado sigue buscando ese rocío con olor a eucalipto, y milagros a diario para los que no se lo trabajan. Ay españolito, qué poco has cambiado.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press