ACHIQUE DE ESPACIOS
El tiempo y el olvido
Por Nacho García Barco2 min
Deportes14-07-2002
Dicen que a veces la costumbre nos lleva a restarle la importancia debida a ciertas cosas, eso hasta que uno deja de tenerlas. Entonces las valora más. Eso mismo es lo que le había ocurrido al aficionado al ciclismo en España. Los últimos años habían sido tan fructíferos en cuanto a victorias y maillots amarillos, que casi olvidamos la sensación de ver a un español con el jersey de honor. Siete años han tenido que pasar para recuperar tal privilegio. Del inmenso Miguel Induráin a una realidad llamada Igor González de Galdeano, desde que en 1995 el navarro se bajó del primer cajón del podio en París hasta que Igor volvió a coronarlo hace unos días. En medio de esas dos imágenes pasaron 2.545 días de gran vacío, de una búsqueda en vano del sucesor, de tardes de julio frente al televisor con la alegría incompleta. Siempre hubo que conformarse con victorias parciales, ora en etapas de montaña, ora en algún sprint suicida o en esas escapadas eternas condenadas al sufrimiento como peaje para la gloria. Ahora, con el corredor de la ONCE, volvemos a soñar un poquito, al menos hasta donde nos deje Lance Armstrong. De lo que hay que convencerse es de que en España el relevo generacional está en buenas manos: siempre ha habido, y ahora no va a ser menos, ciclistas llenos de fuerza y talento para estar en lo más alto del escalafón. Igor es uno de ellos y la victoria en la contrarreloj por equipos la pasada semana le puede dar el empujón necesario. Lo mejor que le pasa al ciclista vitoriano en este Tour es contar con un equipo con experiencia, con corredores potentes como Beloki, Olano, Marcos Serrano o el hermano de Igor, Álvaro. En ellos debe escudarse para seguir creciendo, máxime cuando como conjunto, la ONCE es el mejor del mundo. Seguro que Manolo Sáiz va a saber jugar sus cartas mejor que nunca y de todo ello debe aprovecharse su equipo. Por fin, el mes de julio y el Tour vuelven a formar una combinación explosiva para el ciclismo español. Lo mejor de todo es que este idilio tiene visos de continuar.