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La paz, condicionada por años de enfrentamientos

Por Vicente García GandíaTiempo de lectura2 min
Internacional13-07-2002

Era 28 de septiembre de 2000 y Ariel Sharon visita la Explanada de las Mezquitas para reivindicar el lugar en nombre de los judíos y recordar que bajo ese suelo están los restos del Templo de David. Los palestinos interpretaron este gesto como un paso más en la ocupación que viven los territorios de Gaza y Cisjordania desde 1967. Hoy, la provocación late en las calles de Oriente Próximo y da aliento a lo que ya se ha interpretado como una guerra religiosa en defensa de los lugares santos del Islam en Jerusalén.

Desde el estallido de la segunda Intifada las condiciones de vida en la zona son el resultado de un proceso de paz desequilibrado. Si en 1993, los Acuerdos de Oslo firmados por Arafat y por el entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin, parecían dar un respiro a las disputas territoriales, el resultado poco tiene que ver con las expectativas. Desde entonces, las condiciones de vida de los palestinos han empeorado y cerca del 40 por ciento de Gaza y el 80 por ciento de Cisjordania se encuentran aún bajo el dominio israelí o compartido con la ANP. Antes de ese 28 de septiembre la Cumbre de Camp David para negociar la soberanía sobre Jerusalén había fracasado. Se han intentado abrir diálogos de paz pero, en la mayoría de las ocasiones, sin uno de los dos interlocutores principales: Ariel Sharon y Yasir Arafat. El año 2002 comenzaba con una cierta tranquilidad en las calles de Gaza y Cisjordania a pesar de que el líder israelí había prohibido salir de Ramala a Arafat y lo tenía confinado en el cuartel general de la ANP en esa ciudad. En febrero, el Ejército de Sharon emprendió -motivado por los atentados palestinos- el mayor ataque contra la ANP y desencadenó la celebración en Beirut de la Cumbre de países árabes a la que Sharon no permitió que asistiera Arafat y en la que EE.UU. y la ONU aprobaron un plan de paz que el Gobierno israelí no acepta. Hasta el pasado abril, más asedio, más mártires y más ataques a la ANP. Sin embargo, el día 10 de ese mes, EE.UU., la UE, Rusia y la ONU, también conocidos como El Cuarteto, firmaron la Declaración de Madrid: "Reafirmamos nuestro apoyo al objetivo expresado por el presidente Bush y recogido en la resolución 1.397 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de dos Estados, Israel y Palestina, viviendo uno al lado del otro en fronteras seguras y reconocidas. Apoyamos íntegramente la iniciativa de paz del príncipe heredero saudí Abdalá, tal y como fue endosada en Beirut por la Liga Árabe, como una contribución significativa hacia una paz global que incluya Siria y Líbano". Una vez más hubo esfuerzos en vano por intentar encontrar la solución al problema sin los dos grandes implicados: Visitas a la zona de mediadores internacionales; entrevistas entre Sharon y Bush; entre Arafat y Bush; negociaciones en secreto en Roma entre mediadores palestinos e israelíes; reconocimientos desde Washington a un futurible Estado de Palestina; más atentados, más represión y el fin del confinamiento de Arafat. Aún así, un mes después de la salida de los 123 milicianos palestinos que permanecían confinados en la Basílica de la Natividad de Belén, unos albañiles israelíes comenzaron a construir un muro de cemento, acero y alambradas, de 130 kilómetros para impedir el paso de terroristas.

Fotografía de Vicente García Gandía