ANÁLISIS DE CULTURA
Algo más que bicicletas para el verano
Por Marta G. Bruno
2 min
Cultura02-07-2014
Sábado por la mañana. Aunque disfruta del sonido de los desenfadados pájaros que llevan ya tiempo calentándose al sol, está perdiendo el día. Es de esas jornadas en las que la efigie de la perfección se ha quedado dormida, pide sofá con ticket ida y vuelta a la cama. Pero es sábado. Y por lo tanto, hay que inyectarse café en vena para jugar a estar en forma y rebosante de energía taurina. Pero amigo, le toca ponerse ese atuendo que tan bien queda hasta los 30, que deja asomar de todo y deja la imaginación en un capricho del pasado, para ir aumentado centímetros de tela según pasan los años. Y para camuflar el complejo hostil se compra la típica revista del corazón que enseña casi tantos conocimientos como los programas nocturnos del tarot. Pasa las páginas regocijándose de placer al ver cómo hay señoras a las que los michelines le hacen más sombra que a ella. Tiene la dudosa tranquilidad del que se ríe del prójimo para sentirse mejor. Un sentimiento tan sereno como efímero. Porque después pasará por delante una veinteañera con 10 kilos menos. Sí. Esa es la realidad del verano de una mujer que se ha levantado con el pie no cambiado, sino dormido, una mañana calurosa. La del hombre que acaba adueñándose de la revista y que no solo la lee de principio a fin, sino que la embadurna de arena cual croqueta para después abandonarla como un cachorro desvalido y tembloroso para después decir sin ningún tipo de pudor: “toma, ya la he ojeado, y no me interesa”. No le interesa pero se ha fijado tanto o más que su mujer en esos cuadradillos marcados del actor de moda, y ha suspirado de alivio al ver que kevin Costner está pasando de vigoroso guardaespaldas a un adorable abuelo. El nombre que ha marcado a tantos niños a lo largo de la España profunda. Una marca de todo menos "España". Y esa anécdota tan veraniega no entiende ni de clases ni regiones. De monederos de piel o de plástico fino. Todo el mundo puede hacerse con una revista, sombrilla, playa y arena. No solo las bicicletas son para el verano. ¡Qué necesario es rebajar el nivel intelectual tras un año lleno de tesis doctorales diarias! Tras un mes de vacaciones y de decadencia neuronal, vuelve al trabajo volando en una nube que está a punto de romper a llover. Pero le reconforta saber que a su compañera se le ha quedado incrustado el helado en las carchuteras. Suspiros de alivio. Y vuelta a empezar.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press