ANÁLISIS DE ESPAÑA
Que se jubile ya
Por Alejandro Requeijo2 min
España16-06-2014
En España es muy difícil ser un referente. Al menos durante mucho tiempo. Se exige la excelencia siempre. Casi con la misma vehemencia que se exigen derechos. Casi siempre inversamente proporcional al reconocimiento de las obligaciones propias. Y a veces hasta se sabe reconocer esa excelencia. España se rinde ante las victorias de pundonor de Nadal o las paradas milagrosas de Casillas. Admira la bonhomía de Del Bosque para gestionar grupos y relativizar los éxitos. Sin embargo, luego son pocos los que imitan a esos héroes a los que admiran. En su cultura del esfuerzo y de superación. A la hora de vencer la adversidad y entregarse al sacrificio. España se manifiesta mejor en el cainismo ante la derrota. Falto de memoria y perspectiva. Se exigen resultados inmediatos y un último resbalón anula años de demostrada valía. No sólo en el deporte. A veces es necesario que uno muera para que le reconozcan en su conjunto. Adolfo Suárez fue marginado en vida y loado hasta la extenuación sólo cuando el hombre empezó a perder la memoria y la noción. Que paradoja tan cruel, que alcanzó su punto más álgido tras su muerte. Incluso ya hay quien empieza a echar de menos a Rubalcaba tras años atizando. Y eso que aún no se ha ido. La popularidad del Rey Juan Carlos comenzó a caer en picado tras aquel resbalón en África y los escándalos de Urdangarin. La exigencia ciudadana siempre será mejor que la docilidad cortesana, pero hasta en eso conviene no perder el respeto. "Que se jubile ya", le gritó una representante de la soberanía nacional en el Congreso. Ese mismo grito se escuchó en miles de bares (también sedes de la soberanía nacional) tras el resbalón en el Mundial. "Que se jubilen ya". Somos así. España está llena de candidatos a cambiar el mundo retuiteando hastags desde el sofá. El errático final del reinado de don Juan Carlos, agravado por la crisis económica y el cabreo general ha abierto un debate en el que hay quienes defienden que nada sirve de lo construido en 40 años de democracia. Una cosa es que la abdicación viniera siendo necesaria y otra que haya que tirar todo el sistema a la basura. Sobre todo sin tener idea de cuál es la alternativa. Existe un relativo consenso sobre la preparación del Príncipe Felipe para ser Felipe VI, pero bastará una primera salida de tono para que muchos la quieran convertir en la última. Y cuanto antes sea, mejor. Que se prepare. Somos así. Reclamamos la perfección a nuestro alrededor, pero pedimos que al crió le pasen de curso con cuatro suspensos. Exigimos excelencia, pero no me haga usted factura, por favor.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio