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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La entrevista

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad16-06-2014

Hace más de un año, un argentino puso al mundo a rezar desde el balcón de la Plaza de San Pedro. Y en España, que somos poco dados a entender otros idiomas, se aplaudió con satisfacción que aquel mensaje se entendiese en la lengua de Cervantes, acompañada de una campechanía y cercanía que no es tónica general en el colegio cardenalicio. Luego, el mundo empezó a sorprenderse porque el nuevo Papa Francisco protagonizase gestos que el común de los mortales, por prejuicios o a saber qué, consideraban revolucionarios. Sin embargo, para quienes ya conocían a Bergoglio su forma de ser responde a una realidad bien representada por no pocos sacerdotes, no pocos religiosos y no pocos fieles a Cristo. Pero era normal que en el caso de un papa llamase aún más la atención. Estos días Francisco ha vuelto a ser un revolucionario al protagonizar una entrevista en la nada pro católica cadena española de televisión Cuatro. Y ha causado furor. Porque los alérgicos al incienso y a las sotanas han redescubierto a un papa repetir un mismo mensaje que lleva años pronunciando. También les da igual que la misma entrevista ya haya sido difundida en La Vanguardia días antes y criticaban que Hernique Cymerman no hubiese puesto sobre la mesa alguna de los asuntos más polémicos sobre los que Francisco ya se ha pronunciado, como la pederastia y el denominado banco vaticano. En Twitter, los mensajes y los titulares pronunciados por Francisco se multiplicaron como si fuese el milagro del pan y los peces, impulsados por unos francisquistas que no acostumbran a seguir a @Pontifex en las redes sociales, en sus audiencias de los miércoles, en las homilías o en sus escritos, como la sabrosa exhortación apostólica que publicó hace unos meses sobre la alegría del Evangelio. Será que el medio es el mensaje, como rezan aquellas teorías que algunos aprendimos en las facultades de Periodismo, cierto. Pero también habría que reflexionar sobre el servilismo y la credibilidad que se concede a ciertos altavoces en detrimento de otros cuando la noticia no brilla especialmente por ser algo novedoso. Y en eso Francisco y el Evangelio son unos clásicos.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo