SIN CONCESIONES
Muy muy muy preocupado
Por Pablo A. Iglesias4 min
Opinión17-06-2014
El índice de preocupación ciudadana se ha disparado en España en las últimas semanas. Los hay preocupados por el surgimiento de una nueva fuerza política que tiene por líder a un profesor universitario con la melena y la lengua muy larga. Los hay que están de los nervios por la decadencia del bipartidismo y el hundimiento de las dos organizaciones que han monopolizado los gobiernos del país durante más de 30 años. Los hay cabreados por el relevo al frente de la Corona, pues exigen un referéndum para que el pueblo confirme si quiere que Felipe de Borbón suceda a su padre Juan Carlos como Rey de España. Los hay temblorosos por el papel que jugará el nuevo monarca y porque, con el relevo en la Jefatura del Estado, perderán el trato de favor que recibieron durante años. Los hay asustados por la crisis interna que atraviesa el PSOE, en busca de nuevo líder tras la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba. Los hay que piensan en el desastroso debut de la Selección española en el Mundial de Fútbol que acoge Brasil. Hay tantos motivos para preocuparse... A mí sólo me quita el sueño otro problema aparentemente menor y de dimensiones supuestamente locales. Ni el monarca Juan Carlos, ni el nuevo rey Felipe VI, ni Rubalcaba, ni el estado de forma de Iniesta o Casillas. El nombre que más atormenta mi cabeza estos días es Pere Navarro. La dimisión de un hombre que sustentaba un partido roto en la oposición puede cambiar el futuro de un país entero, aunque pocos lo crean. El Partido Socialista de Cataluña es una bisagra política, una fuerza que cohesiona la sociedad de esa comunidad autónoma, un faro que marca el rumbo. El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero solía emplear este tipo de frases para ensalzar a sus correligionarios catalanes. Siempre me parecieron palabras vacías escritas para lograr el aplauso fácil del público. Pero ahora adquieren todo el sentido. Significado pleno y absoluto. La bisagra está oxidada, rota e inutilizada. Cataluña ha cambiado radicalmente en apenas ocho años. Son los que han transcurrido desde que se aprobó el nuevo estatuto de autonomía. Zapatero, precisamente, promovió y abanderó aquella modificación. La bendijo y la exhibió como un nuevo pacto de convivencia que duraría otros treinta años. Sin embargo, apenas duró treinta días. El PP advirtió de que el nuevo Estatuto de Cataluña amenazaba con romper España. Los adversarios respondieron que antes que España se rompería el PP. Pero los hechos han sucedido al revés de como imaginaron la banda de iluminados, con Zapatero a la cabeza. No hubo convivencia con el nuevo estatuto. Los independentistas no saciaron su hambre de separatismo, más bien la alimentaron. Pascual Maragall, que ahora simpatiza con Esquerra Republicana, abandonó el barco y cedió el timón a José Montilla. El andaluz que sabía hablar catalán perdió el gobierno en favor de Artur Mas y dejó el partido descompuesto. Pere Navarro ha sido incapaz de restaurar la unidad porque una vez que abres la Caja de Pandora y dejas escapar todos los males, nada vuelve a ser igual. Navarro y Rubalcaba han sujetado al PSC de una deriva soberanista que justificaría la aventura alocada de Artur Mas. El mérito y responsabilidad de ambos dirigentes socialistas resulta inversamente proporcional al mesianismo y la ingenuidad con la que actuó Zapatero. El leonés destapó un problema y sus sucesores trataron de frenar sus consecuencias. Ahora el PSOE se encuentra a la deriva sin líder pero aún más grave es la catarsis que puede emprender en Cataluña. Un PSC sin sentido de estado y sin principios firmes sólo daría alas al independentismo de Artur Mas y ERC. Un PSC ajeno a sus raíces arrastraría al abismo al nuevo líder del PSOE como hizo con Zapatero. Un PSC acomplejado dejaría sin oposición al nacionalismo y convertiría en marcianos a quienes aún defienden la historia compartida de 500 años unidos. Por eso es tan importante que el PSC recupere el norte y, sobre todo, que encuentre un líder decente, que mire por el bien común, que sea valiente, que diga las verdaderas claras y que desenmascare la falacia secesionista. Lo peor que le puede pasar al PSC, a Cataluña, al conjunto del PSOE y a España entera es que tome el mando un radical y haga de palmero de los separatistas por puro tacticismo.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito