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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La gran coalición

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España12-05-2014

Está pasando estos días de anodina campaña electoral en la que los jarrones chinos le siguen poniendo salsa a las patatas. Deambulando por el Congreso de los Diputados te puedes encontrar a un representante de uno de los dos grandes partidos que, al ‎pedirle un pronóstico para los comicios, responde aliviado: "bien, bien... el bipartidismo aguanta". Luego le tienes que aclarar que, en realidad, lo que querías era testar la ambición de su partido en concreto. Pero la segunda respuesta no es muy distinta de la primera.‎ Felipe González ha puesto en el debate la conveniencia de un gobierno de coalición PP-PSOE. Cabe recordar que el lema de campaña socialista es "No somos iguales" para medir el grado de oportunidad del ex. Y en el otro bando se quejan de Aznar... Pero ‎lo cierto es que Felipe, con su oferta, ha dicho en alto lo que otros piensan, insinúan o se les escapa en los pasillos del Congreso. Socialistas y populares podrían llegar a entenderse, aunque sólo fuese como medida de autodefensa ante el posible ocaso del bipartidismo, que también está por ver si es real o es otra pedrada como el famoso estallido social, que lleva años vaticinando calles ardiendo a la griega. Vamos a pensar bien. Vamos a pensar que su preocupación no es tocar a menos trozos de la tarta. Vamos a pensar que temen las promesas de algunos candidatos sin experiencia de Gobierno. Vamos a pensar que temen un país ingobernable a la italiana‎. A partir de ahí, vamos a pensar en los grandes temas de Estado sobre los que debería haber acuerdo. Un Gobierno de concentración está pensado para situaciones excepcionales y la excepcionalidad ahora la marca el paro, la crisis y la falta de credibilidad en los políticos y el sistema (en gran parte por la corrupción). En ese sentido, ¿cambiaría mucho la cosa un Ejecutivo de coalición? ¿Todo habría sido diferente si el PP nunca hubiese ganado las elecciones? ¿No congeló las pensiones Zapatero? ¿No redujo el sueldo a los funcionarios? ¿No hizo una reforma laboral en la que también se abarataba el despido? ¿No hizo todo esto forzado por Bruselas y los mercados? ¿Qué están haciendo los socialistas en otros lugares de Europa como, por ejemplo, Francia? De facto, la gran alianza no hace falta porque ya existe. ‎ Las europeas son unas elecciones que se usan para expresar cabreos y mandar mensajes de aviso a quienes no siempre están dispuestos a escuchar. A la espera de los resultados, dejando al margen los datos de CIS, parece que si se deduce un cansancio del voto PP-PSOE en detrimento de otro tipo de partidos nuevos y viejos que se hacen los nuevos como IU, que actúa como si acabase de llegar a esto. Candidatos, tertulianos de televisión y alguna mujer barbuda en busca de su particular Eurovision. Es por ello que, a estas alturas, una alianza entre PP y PSOE parecería más un blindaje que una señal de haber recibido el mensaje. El 25M no habrá mayor lección que la que marque la elevada abstención y aún así unos u otros saldrán a celebrar desde un balcón. O los dos. Está por ver si juntos o por separado.‎

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio