ANÁLISIS DE SOCIEDAD
El encanto del desencanto
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad09-04-2014
La puñetera crisis ha provocado una situación insostenible para muchas personas. Es verdad. Hay pobreza. Ha aumentado la desigualdad. Las condiciones laborales -para quienes aún las tienen- ofrecen una palpable pérdida de derechos. El ánimo de muchos ha entrado en en el bucle de la desilusión. La indignación que tuvo su momento de gloria con el mitificado 15-M se ha hecho quiste. Ni duele ni molesta. Pero está ahí. Y, además, los políticos que pueden hacer algo van a su bola. El panorama no pinta bien, pese a que parece que tiene una leve mejoría: muchas personas siguen sufriendo. Y la reacción, en muchos casos, está teniendo su vía de escape en soltar las riendas a los sentimientos y a las tripas: como estamos cabreados, indignados y entre la espada y la pared todo vale. Y lo que vale es el desorden, saltarse las leyes, imponer la propia justicia, el destrozo, el no porque sí, las trabas y las barreras, renegar del sistema o buscar madrigueras en las ideologías más irracionales en las que refugiarse. Y esto se ve en quienes aprovechan el anonimato de camuflarse entre las masas para culminar una manifestación como el rosario de la aurora, con desprecio del valor de la vida del otro incluido. También se percibe en las pocas ganas que tiene la gente de participar en las urnas. Vale que Europa no ilusiona, que no es plan de aplicar el modelo andaluz a las políticas comunitarias, como pide el PSOE. Y que la inexistencia de candidato del PP tampoco anima a votar. Ya se ha visto en otros países, que han celebrado comicios estos días: entre los que sí que acuden a depositar su voto, las opciones también inclinan la balanza hacia estos nuevos partidos políticos que, precisamente, representan ideologías extremistas que surgen de lo más hondo de las tripas y la irracionalidad. Señores, la situación es mala, pero si no se afronta o, peor aún, se la va envenenando, no irá a mejor. Pura lógica. Quizás, la solución pase por, como seres humanos, dejar de reflexionar sólo con las vísceras y a corazón abierto para ponerle un poquito de racionalidad al día a día. No seamos animales de jungla. El desencanto tiene un magnetismo que atrapa y conquista como el sonido de un instrumento de viento a las serpientes. No es sencillo, pero no caigamos en el encanto del desencanto generalizado.
Seguir a @AlmudenaHPerez

Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo