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SIN CONCESIONES

Yo soy la ley

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión08-04-2014

Vivimos en un Estado de Derecho pero sólo nos acordamos cuando nos interesa. La España del siglo XXI a veces se parece a las películas del Far West, donde el sheriff proclama que "la ley es la ley" pero cada cual luego hace lo que le da la gana. La protagonista del ejemplo más reciente es Esperanza Aguirre. La que fuera ministra, presidenta del Senado y presidenta de la Comunidad de Madrid ha dilapidado en menos de 24 horas el respeto a la ley y a la autoridad que siempre preconizaba. Tras parar el coche en el carril bus de la calle Gran Vía para sacar dinero de un cajero y ser multada por los agentes, la lideresa del PP madrileño dilapidó su credibilidad al faltar al respeto a los Agentes de Movilidad, al tirar al suelo una moto del Ayuntamiento, al huir de la Policía Municipal que le dio el alto y al insultar por machistas e ineficientes a quienes la habían sancionado con toda la razón del mundo. Ella que se presentaba como un referente de la legalidad y el respeto a la autoridad, hasta el punto de dar esa condición a los profesores para que los estudiantes no les ninguneasen en las escuelas, ahora queda como una política orgullosa de las que considera que la ley es para los demás. Pero Aguirre no es la única. En Cataluña tenemos a Artur Mas, el bandido que más rápido y más a menudo dispara contra la ley. Se salta las sentencias judiciales para enseñar español en los colegios, amenaza con un proceso independentista que viola la Constitución, anuncia un referéndum fraudulento y encima culpa de todos sus males a quienes aplican el Estado de Derecho. Artur Mas se considera por encima de la ley y debe de pensar que la ley es él mismo, dado que ni siquiera permite que otros cuestionen su forma de proceder. Como los peores malechores de las cintas de cine, asalta la diligencia del Estado cuando le conviene. Exige un pacto fiscal para que Cataluña tenga más financiación y, si no se lo dan, amenaza con la independencia. Anuncia una consulta ciudadana para secesionarse del resto de España pero no tiene dinero para pagar a los proveedores y mantener los hospitales, como demuestran los casi 20.000 millones recibidos en dos años del Fondo de Liquidez Autonómica y del Plan de Pago a Proveedores. Ese paradigma del desprecio a la ley cala poco a poco en los ciudadanos y se extiende de forma peligrosa a otras instituciones. En Barcelona, sin ir más lejos, el equipo de fútbol de referencia está demostrando que realmente es mas que un club. Con Joan Rosell y Josep Maria Bartomeu, se han convertido en una maquinaria que defrauda a Hacienda, que intenta engañar a la Liga y que se salta las normas de la FIFA. Sólo en el último año, el Barça ha protagonizado tres escándalos sonados a nivel mundial: el fraude fiscal de la estrella Lionel Messi, el fraude contractual en el fichaje de la estrella incipiente Neymar y el fraude de la cantera que viola la normativa internacional contra la explotación infantil. ¡Ahí es nada! Pero más preocupante que los delitos es la reacción de los responsables. A Messi se aplaudió cuando fue a declarar ante el juez pese a defraudar a Hacienda unos 4 millones de euros. Sobre el contrato de Neymar se defendió su legalidad al mismo tiempo que dimitía el presidente. Y ante la sanción de la FIFA se habla de toda clase de conspiraciones. La reacción es similar a la de Esperanza Aguirre tras su insignificante multa en la Gran Vía. La ley es igual para todos y quienes más responsabilidades tienen más ejemplo deben dar. Un error lo tiene cualquiera pero la desobediencia y el desacato a la autoridad no tienen excusa ni perdón ni comprensión posible.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito