SIN CONCESIONES
Aires de superioridad
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión24-06-2002
La Selección española le ha hecho un gran favor a José María Aznar. Aunque perdiera ante Corea y aunque hicieran llorar a media España, en el Gobierno están encantados con el trabajo de los hombres de Camacho. No es cuestión de resultados. Tampoco del excelente fútbol que han mostrado los jugadores. Es una cuestión de oportunidad política. Como en tiempos de Franco, el fútbol les ha beneficiado. Ha restado espacio mediático a la huelga general, ha distraido la atención de los ciudadanos y ha contribuido a que fuese menor el seguimiento a la convocatoria de los sindicatos. Incluso, hay quien, bromeando, argumenta en el Partido Popular que todo es gracias a que el seleccionador nacional votó a Aznar en las últimas elecciones. El murciano, poco amante de todo lo que no es fútbol, estará que brama si le han llegado estos rumores. En La Moncloa saben y reconocen la ayuda que ha supuesto el Mundial. De no ser por la expectación de los encuentros ante Irlanda y Corea, la huelga habría despertado más interés y, a buen seguro, habría ganado más adeptos. A nadie se le escapa que el paro no tuvo nada de general. Fue parcial o prácticamente nulo, según las regiones. Eso sí, nadie cree el 17 por ciento de seguimiento que estimó el Gobierno. Tampoco el 80 por ciento de los sindicatos. En realidad, podría decirse que en España hicieron huelga cuatro de cada diez españoles. Más de la mitad de los trabajadores creen que no existía un motivo claro para ir a la huelga. Y no lo había. Sólo escondía un interés notable de la oposición por hacerse notar a un año de las elecciones autonómicas y municipales. Basta ver a Llamazares y Rodríguez Zapatero arrimándose a Méndez y Fidalgo en la cabeza de la manifestación para salir en la foto. Unos y otros se han comportado como chiquillos en este asunto, Gobierno incluido. Que seis de cada diez españoles optaran por trabajar el 20-J no significa que apoyen cualquier política, menos aún si es por decreto ley. Aznar ha recibido un toque de atención del que no quiere darse cuenta. Está más pendiente de la Unión Europea y de ser el primero en ocupar de forma permanente su Presidencia en el 2004 que de los problemas nacionales. Su problema es que es incapaz de reconocer un error propio. Tras seis años en el poder, no sabe perder. Llora y patalea ante el éxito ajeno como lo hizo Italia tras su derrota ante Corea. Patalea como Helguera ante el egipcio Gamal Al Gandhur. Se cree y se sabe superior. Pero olvida que la superioridad no garantiza la victoria. Si no, que se lo pregunten a España, Italia, Portugal, Francia... Más vale que tenga cuidado, por si al PP le pasa lo mismo en las próximas elecciones generales.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito