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ANÁLISIS DE CULTURA

Pique musical

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura01-12-2013

Del vinilo al cassette, de ahí al CD, hasta que la música llegó a los ordenadores, móviles y discos duros a través de Amazon, Itunes y sobre todo mucho pirateo musical. Lejos quedan aquellos días de Reyes en los que abríamos emocionados aquellos walkman con unos auriculares que se doblaban con sólo mirarlos, con unas esponjas que duraban más o menos un mes antes de perderse o romperse, y unas pilas que depende de lo abusones que fuéramos se gastaban más o menos durante ese tiempo. Escuchar las angelicales voces de los niños del grupo Bom bom chip (sí, era lo que se estilaba entre muchos chavales de los años 90) resultaba más que tenebroso cuando se agotaba la batería. Parece que dimos un paso necesario para la humanidad cuando comenzaron a venderse los discman. Y no me extraña que lo llamaran man, porque ocupaban más o menos lo mismo. Llevar ese trasto de viaje era harto molesto, aunque eso sí, por lo menos los auriculares eran pequeños y manejables. Las esponjillas duraban lo mismo que los otros. Este relajado debate sobre si echamos de menos estos artilugios retro no es asunto baladí. Ahora, marginados en la era Apple, cabe preguntarse si a la industria le haría falta recuperarlos. El pique en el que han entrado, en este momento de republicanismo musical, donde cada artista hace lo que le viene en gana para ganar seguidores, es curioso. El ejemplo está en Beyoncé que, ni corta ni perezosa, lanzó a través de Itunes su nuevo disco, con todos sus vídeos, así, sin avisar. Lejos queda esa manera de actuar que tenían las discográficas, cuando mandaban a las tiendas los discos single por single, o no tan lejos, la tradición de explotar a traición cada vídeo musical. Ante tal “provocación”, Amazon cogió tal cabreo que ha decidido no vender el álbum de la cantante en formato físico. Obvio. Si es más fácil encontrarlo a través de una descarga, sea pagada o no, ¿para qué recurrir a métodos arcaicos? Ahora el que manda es el que paga, o sea, el usuario. Y son las discográficas las que tienen que hacerse a la idea con otra serie de sugerencias más apetecibles. La cuestión no es fomentar las descargas ilegales. La calidad no siempre es buena y de regalo pueden portar un nada deseable virus. Pero en momentos de crisis uno tiene que elegir entre comer y lo demás. Las estrategias no son tan difíciles, todos picamos el anzuelo como bobos cuando nos ofrecen bien un producto. Filtrarlo antes de que salga, como ha ocurrido con el disco de Bruce Springsteen puede ser la mejor manera de despertad la voracidad.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press