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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Los riesgos de la reforma electoral

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España04-11-2013

Vuelve el debate sobre la reforma electoral. Siempre vuelve, esta vez por Asturias. Y es que pocas reformas se antojan a priori tan lógicas como esta. Tan de justicia como que un voto debe valer lo mismo en todas partes y hoy en día no es así. Vale más un voto en Ávila que en Madrid, donde cuesta cerca de 130.000 papeletas más sacar un escaño. Tampoco es de recibo que PP o PSOE necesiten 40.000 votos para sacar un escaño y en las mismas condiciones a IU o UPyD les cueste 240.000. Pero por sencillo que parezca, una reforma profunda en busca de mayor proporcionalidad no estaría exenta de riesgos que hay que conocer. En primer lugar conviene despejar mitos como que la ley electoral beneficia a los nacionalistas. No es así. Tampoco les perjudica. Otra cosa es que a lo largo de la Historia le hayan sacado demasiado provecho a sus escaños por la necesidad de pacto de los dos grandes partidos que no podían apoyarse en otras alternativas como IU o UPyD que, al presentarse en toda España, sí que se ven castigadas. Pero si se estableciese, por ejemplo, una circunscripción única, los mayoritarios serían aún más mayoritarios y los nacionalistas en coalición sacarían algo parecido. Ya pasa eso en las elecciones europeas. Actualmente la circunscripción es la provincia (siglo XIX). Y su representación va en función de la población con una representación mínima de 3 escaños que también genera injusticias. Es excesivo en zonas poco pobladas. Pero si se redujese esa representación mínima se corre el riesgo de que territorios -básicamente rurales- quedasen abandonados por los partidos en busca de lugares más rentables electoralmente. Este debate no es nuevo y hasta el Consejo de Estado propuso ampliar de 350 a 400 los escaños del Congreso. A más representación, más proporcionalidad. Pero a ver cómo se vende ahora que amplias el Congreso mientras recortas en Sanidad. Las próximas elecciones generales vaticinan un descalabro de PP y PSOE y una subida considerable de IU e UPyD. En una situación de reparto justo y proporcional de escaños podría generarse un escenario a la italiana. No es que Rosa Díez sea comparable a Beppe Grillo ni Cayo Lara a Berlusconi, pero ha quedado demostrado que saben lo que quieren y no se casan con nadie aún a riesgo de provocar situaciones de inestabilidad grave como en Asturias. Dicho esto es verdad que el actual modelo electoral surge en la Transición donde se apostó por consolidar mayorías (UCD-PSOE) en busca precisamente de estabilidad. Los tiempos han cambiado y la situación no es tan delicada como entonces por lo que igual merece la pena correr el riesgo. O no. Hay que pensarlo bien.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio