SIN CONCESIONES
Llamarse Adolfo Suárez
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión20-05-2002
Tener un buen nombre en la vida no lo es todo. No facilita las cosas. No garantiza la felicidad. No asegura el éxito. De lo contrario, los padres no pensarían tanto -o tan poco- el nombre de sus descendientes. Buscarían el más conocido, el de más fama, el más ilustre... Todos nos llamaríamos como los reyes, los actores y como los futbolistas por el simple hecho de que a nuestros progenitores les hubiera gustado que lo fuésemos. Pero tener el nombre de una gran persona no significa serlo. Ser el hijo de un excelente personaje tampoco implica heredar las mismas virtudes. Ni siquiera cuando coinciden ambas circunstancias está garantizado el éxito. Eso no lo da el nombre. Ni la familia. La fórmula mágica reside en el trabajo y la constancia. Lo mismo ocurre en política. El nombre es sólo un trampolín. Otra cosa es llenar la urna de votos. No valen palabras engatusadoras ni gestos galantes. El único secreto está -o debería- en sacrificarse por los demás y sudar cada día por un mundo mejor. Quizá muy utópico... Pero los sueños de quienes pretenden convertir a Adolfo Suárez Illana en presidente de Castilla-La Mancha reflejan una mayor ceguera. Dentro de poco, será oficialmente el candidato del PP. Aznar está empeñado en que así sea. Y lo será. Nadie contradice los deseos del sheriff de La Moncloa. Nadie osa recordar que el hijo de Suárez no tiene más que un apellido y un nombre. Carece de experiencia política, de capacidad de gestión, de seguridad ante el micrófrono e, incluso, de arraigo a la tierra. Lo peor puede llegar si, ¡sorpresa!, gana y gobierna. Haría falta un equipo de expertos para adoctrinarle y aconsejarle en cada decisión. En tal caso, podría recurrir para ello a su padre, fiel reflejo del centrismo y ex presidente del Gobierno. De momento, cuentan sus amigos que no dudará en fotografiarse junto a él durante la campaña electoral para sumar más apoyos. Como si todo fuese cuestión de familia y de nombre... Aún no ha aprendido que por llamarse Adolfo Suárez Junior no caerá mejor a la gente. No hará que lo saluden más por la calle. No ayudará que le pidan autógrafos tras los mítines. Ni tampoco facilitará que le voten por los méritos que hizo en su día otra persona y que se llama igual. Eso no lo da el nombre, sino el trabajo y la constancia. Que no lo olvide. Lo dice alguien que, por cierto, comparte nombre y apellido con el fundador del Partido Socialista Obrero Español.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito