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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

35

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad06-02-2013

Aún no me pesan tanto las arrugas como para esconder mi edad. Cumplo 35 y me gustan las muchas cosas más o menos pequeñas que acompañan a ese par de numeritos. Merece la pena soplar las velas. ¿Motivos?: los largos paseos por el campo, los ojos claros de mi madre y su candor -desvelándose siempre por todo-, jugar a hacer vestidos a las muñecas, aprender a tocar la guitarra (y la bandurria, sí), dibujar, coser disfraces, escribir poesía y cartas de amor, jugar al fútbol, ir a los toros, oler a tierra mojada, cruzar el charco, ser un clon del temperamento de mi padre (estar orgullosa de él), hacer molinillos en los arroyos, vestirse de gala, limpiar las tripas de la matanza, defender la tesis doctoral (y respirar hondo antes), sacar patatas, las clases de latín y dibujo, dormir en una cama de dos por dos, una copa de buen vino, sobrevivir a una montaña rusa, maltratar el esqueleto descansando en el suelo, ponerse taconazo, ir a una manifestación, reventarse las ampollas en el Camino de Santiago, mandar, obedecer, sentirse libre, rezar, dar gracias y dar las gracias, luchar contra el vértigo, las llamadas de las amigas en los momentos precisos, torear el miedo escénico, cantar coplas a destiempo, ilusionarse cada Navidad, pensar sorpresas para otros, hacer ganchillo, la luz de mi hermana -que es un sol- y su voz en mi boda, podar los rosales, recordar los retorcidos de la abuela, y los callos de las manos del abuelo zapatero, caerme del caballo, decir que sí, tener miedo, la gente maja que siempre tiende una mano, llorar, buscar la salida, trabajar, trabajar y trabajar, dormir tranquila, conocer a un mito -sin que se rompa cuando se hace humano-, mirar a los ojos, ponerse en el lugar del otro, comer pepinillos en vinagre, inventar entre fogones, maquinar el menú de fin de año, perdonar, el optimismo de mi madrina, dar el primer paso, luchar contra el orgullo, adoptar causas perdidas, apostar por el perdedor, el dulce recuerdo del curita que se murió, saber perder, no llorar tanto y pensar más, París (siempre nos quedará), Jerusalén y su muro, escribir un libro (o más), la arena blanca de Varadero, las viejas calles del centro de Madrid, los atardeceres sobre la sierra, los niños cantores de Viena, los recitales de poesía, él, un buen libro y la televisión en off, el próximo reto, el próximo artículo de LaSemana.es, el Periodismo, la Verdad, la Vida. Y, claro, vivir otros 35 años. Por lo menos. A pesar de las arrugas. Que vendrán. Bienvenidas sean. Habrá que añadirlas a la lista de las pequeñas cosas, que siempre son las grandes.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo