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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Cuesta arriba

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad09-01-2013

Con una tremenda pendiente. Así suelen venir los eneros. Los meses de la vertiginosa cuesta. El pesimismo. Lo imposible. El mal trance. Esa fracción del calendario que provoca hastío con sólo pensar en ella. Pesada. Costosa. Larga. Como una pared vertical a la que no queremos ni mirar. Sin embargo, cuando los plantamos ante esa gigantesca muralla poco pensamos que todos los eneros anteriores también pasaron. Y que muchos de ellos tuvieron cosas buenas. Que este mes de 31 días también está repleto de oportunidades, muchas de las cuales se albergan en los retos que tenemos que afrontar. Más aún: en la satisfacción que concede haberlos superado. Enero, en el horizonte del próximo diciembre, es como la primera etapa de un largo camino. Queremos llegar a la meta, pero la pereza nos susurra al oído que no podemos. Pensamos que nos duelen las piernas. Que estamos sudando y al borde del desfallecimiento. Quienes acostumbran a subir montañas lo saben bien. Para que el subconsciente no obligue a tirar la toalla no hay que estar mirando constantemente a la cumbre. Lo mejor es saber que está, tener la impresión de una permanencia cercana, de una motivación cierta, pero sin que llegue a obsesionar. Es conveniente pensar en el siguiente paso. En no tropezar con esa piedra que está a dos metros delante. Es mejor proponerse pequeños objetivos más cercanos: ese árbol que se encuentra a 200 metros; aquél chamizo que se ve al fondo; tomar un descanso dentro de media hora; cantar una canción diez veces para engañar a la "loca de la casa" mientras se va ascendiendo. El paso lento, pero constante y decidido. Poco a poco. Pero adelante. Siempre adelante. Así llegaremos a la cumbre. No es sólo es cuestión de actitudes, ni de un cuerpo musculado, ni de poseer un talento sobrehumano. La tenacidad y el esfuerzo son buenas compañeras del éxito. Pero ¡cuidado! Que habremos llegado a la meta pero no podremos mantenernos en lo más alto todos los eneros de nuestra vida. Hay que saber bajar de las cumbres. Y esa tarea también tiene sus trucos. Puede dar vértigo y ya se sabe que el miedo es el peor compañero de camino. Así que, al igual que en el ascenso, es aconsejable buscarse pequeños objetivos para no romperse la crisma en lo más profundo del valle. Despacito y buena letra, que dicen los mayores. En zig-zag, si hace falta. Tomando aire, disfrutando de las vistas que desde abajo no se alcanzarán a ver por falta de perspectiva. ¿Cuesta arriba? Enero es un buen mes para que cada uno equilibremos el nivel para emprender el reto de un nuevo año.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

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