ANÁLISIS DE ESPAÑA
Goles para ETA
Por Alejandro Requeijo2 min
España31-12-2012
Ex jugadores del Athletic de Bilbao y la Real Sociedad se juntaron para jugar un partido de fútbol en apoyo de los presos de ETA. El entrenador de uno de los dos equipos era Endika Guarrotxena, artífice del último paseo en gabarra de los leones. Un gol suyo dio al Athletic la Copa del Rey del 84. La de la tremenda tangana del final con un Maradona lanzando patadas voladoras. Sí, la del gol de Endika, alguien importante en la historia del club. No era una simple pachanga. Da igual que la mayoría de los jugadores no fuesen tan conocidos o que no vistiesen las equipaciones oficiales. El millar de simpatizantes de la causa que se dio cita no fue por ver un partido de solteros contra casados, sino llamados por los ídolos de sus viejos cromos. Aún retirados, esos ex jugadores siguen representando a los equipos que en su día defendieron. Por ello tanto el Athletic y como la Real Sociedad deberían condenar enérgicamente la utilización de su nombre en apoyo de una banda terrorista. Al menos un comunicado aclarando que estos ex jugadores actuaron a modo individual. Jokin Aperribay, presidente de La Real, lo ha hecho en otras ocasiones en las que sus jugadores han secundado iniciativas similares. Entre los presos de ETA para los que estos ex jugadores piden solidaridad hay gente como Txapote, asesino de Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez ; Txeroki, con más de 20 causas pendientes en la Audiencia Nacional; los autores de la matanza del Hipercor de Barcelona; decenas de asesinos de niños y mujeres… Apoyar a los presos de ETA es apoyar esto. ¿Podría volver Endika al palco de San Mamés en caso de haber homenajeado a otros autores de otros delitos tan horribles como estos que nada tuviesen que ver con ETA? Seguramente no. ETA ha matado a lo largo de su historia a más de 800 personas, muchas de ellas en Euskadi, seguramente muchas de ellas aficionadas de la Real Sociedad o el Athletic. Pese a ello desde estos equipos nunca se ha hecho un homenaje a sus víctimas. La excusa siempre fue que no había que mezclar el deporte con la política. Ya ves, a un tiro en la nuca le llamaban política. Tan sólo una vez se ha guardado un minuto de silencio tras un atentado. Fue en San Mamés tras el asesinato de Isaías Carrasco. El árbitro lo tuvo que parar a los pocos segundos por los gritos y pitidos que salían de las gradas. Eso no es reprochable al club. Aunque tarde y aislado, aquella vez hizo lo que debía. En Anoeta ni eso. Ahora que ETA ya no mata, estas dos instituciones deportivas tienen la oportunidad de dar un paso al frente o seguir poniéndose de perfil ante la barbarie.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio