ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Pensar en los muertos
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad28-10-2012
Sin nombre. Si esperanzas. Sin el llanto de los suyos. Así han sido enterrados los inmigrantes fallecidos en el naufragio de una patera ocurrido estos días. El mar se puede haber tragado la vida de varias decenas más de compañeros de viaje. Quizás nunca aparezcan. Quizás no tengan ni un lugar en un cemementerio extraño. Hasta eso es triste. Como no se sabía nada de ellos, no han tenido ni dios al que rezarlos. Pero, por si acaso, un puñado de desconocidos han ido al sepelio, para que las almas de los ahogaditos sintiesen el calor humano de los vivos. El drama de la inmigración vuelve a navegar en patera, aunque el principal puerto de entrada a la opulencia española (sí, ¡cuántos quisieran nuestras migajas!) es el aeropuerto de Barajas. Otras pateras no naufragan, pero las esperanzas de quienes se aferran a ellas sí. Las costas del sur de España se han acostumbrado a ellas como si formasen del triste horizonte. Es como si se tratase de un macabro deja vu. Pero no: esos muertos son la prueba de que aún las quejas más justificadas no lo estén tanto. ¿De qué les sirve a los inmigrantes subsaharianos las convocatorias de huelga en los transportes? ¿Qué les importa el último dato del paro en España o los eres? ¿Cuándo podrán ir sus hijos a una escuela como las españolas, esté incluído o no el menú? Con tanta noticia luctuosa más de uno querrá cambiar el gran canal de la actualidad, irse de puente, disfrazarse de fantasma y maquillar las decisiones que hay que tomar en serio. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? En los años 90 sí que era noticia la llegada de náufragos africanos al lado europeo del Estrecho. Pero el descenso de las cifras y el distanciamiento en el tiempo hizo que aquella noticia no lo sea tanto ahora. ¿No es noticia hablar de muertos desconocidos porque nos preocupa más llegar a fin de mes? Quizás cambiarían muchas actitudes si pensásemos que un día los nuestros no nos llorarán ante la tumba prestada de un cementerio extraño. ¿No nos gustan tanto los cadáveres de Halloween? Pues pensemos en los muertos. En los de verdad. De momento hay unos cuantos nuevos en un cemenerio del sur de España. No tienen nombre. Sus esperanzas quedaron enterradas con ellos y los suyos no les lloran.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo