EL REDCUADRO
¡Viva El Prado!
Por Antonio Burgos2 min
Opinión28-04-2002
Ese respetable barón con título de marca de escalera mecánica de El Corte Ingles ha muerto, así que, señores, griten conmigo: "¡Viva el Museo del Prado!" Era, indudablemente, un gran mecenas de las artes. No lo pongo en duda. No voy a ser tan cruel que a barón muerto, Cebada Gago, que son unos toros con mucho peligro. Thyssen era un monstruo del coleccionismo. Ya es mérito, colocar una colección de arte y conseguir que le hagan un museo para él solito. Pero no en Nueva Zelanda o en la República Sudafricana, países sin tradición pictórica y sin patrimonio histórico-artístico abandonado y en trance de pérdida que están deseando tener un museo, sino en España. El mérito del barón fue lograr que la España del Prado y mucho más concretamente la España de los fecundos y desconocidos sótanos del Prado le hiciera un museo para él solito y que pagáramos la morterada de millones por su filantropía de taquilla. Millones uno detrás de otro, este por Solana, este por Semprún, primero para traer los cuadros, luego para habilitar un museo a su medida, y más tarde, año a año, para seguir pagándole un vitalicio, que aún le estamos abonando. Thyssen consiguió el sueño que nunca logró Miguel de Molina. Cuando Carlos Herrera le hizo una entrevista inolvidable en su exilio de Buenos Aires, el cantor de "La Bien Pagá" confesó: -- Quisiera donar todo mi vestuario de artista a la ciudad de Málaga, donde nací, para que lo pongan en un museo... -- Pero en Málaga no hay museo de estas cosas, Miguel... -- Ah, pues que lo vayan haciendo para mí. A Thyssen no le pasó como a Miguel de Molina. En Madrid no había museo para que pudiera cobrar la tela de sus telas en la generosísima donación, y se lo hicimos con nuestro dinerito. Mientras, claro, se hundían iglesias románicas, conventos barrocos, había goteras en los museos provinciales, pero eso no tenía la menor importancia en la España del pelotazo. Ya habíamos cobrado las comisiones del Ave y alguien tenía que cobrar desde más arriba las comisiones del Museo Thyssen. Sí, ya lo sé. El mérito no es de Thyssen. El mérito es de su señora esposa, de la española que fue gran figura de las artes cinematográficas. Esa es nuestra suerte. Que esta señora se casara con el barón que tiene un título de la misma marca que las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. Menos mal. Porque si llega a casarse, un poner, con el señor Kruger, el del parque africano de los leones y los elefantes, con dinero público hubiéramos convertido el Retiro en una reserva de la fauna africana a la medida de su capricho. Con una sucursal, naturalmente, en el Parque de María Luisa, en plan Pedralbes.
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor