SIN ESPINAS
Genio de pacotilla
Por Javier de la Rosa
2 min
Opinión28-04-2002
Gil es un genio. Y su genialidad es tan grande como su mal ejemplo. Sé de sus andanzas desde que yo era pequeño, pero no fue hasta después de varios años en el candelabro cuando nos enteramos todos los españoles de que ya había pasado por la cárcel por un asunto muy feo. O sea, que el genio de Gil se ha macerado con el paso de los años cual vino seductor. Como todos los genios, Gil tiene, ha tenido y tendrá sus acérrimos detractores y sus comparsas más incondicionales. Pero la gran virtud que le adorna es su capacidad para venderse a sí mismo. Su naturalidad y la perseverancia de su quijotismo le han hecho muy grande. Sin embargo, la frase que más se repite Gil es: "si hubiera sido más prudente...". Bueno, eso antes de que la cara se le endureciera. Luego la pregunta fue: "¿Cómo llegué a conseguir esta cara tan dura?". Creo yo que debieron ser las circunstancias vividas en su juventud. Esos momentos en los que se asientan los principios que transforman a un joven en hombre. Aquellos fueron los instantes que convirtieron a este lazarillo hobbesiano en un lobo para sí mismo. Para Gil, el hombre es un lobo para el hombre hasta que se demuestre lo contrario, y esa ha sido la justificación que ha necesitado en su vida para no respetar el sistema de hombre. Esa es la única razón que necesitan los hombres con corazón para acallar su ruidosa conciencia. "Pa tirar palante mañana". La gente quiere a Gil porque sabe que es una víctima de ese sistema. Pero, no nos engañemos, Gil nunca ha luchado contra el sistema, como, sin embargo, vende. Lo único que ha querido es entenderlo para sacar beneficio de ello. Sanguíneo y visceral, su corazón ha bombeado demasiada mala sangre para no hacer de él más que un bondadoso charlatán de historias repetidas, acciones impías y pensamientos frustrados. Creo que los incondicionales lo recordarán como un marrullero gracioso, mediático y locuaz. Yo siempre me preguntaré cuánto amó este genio de pacotilla.
