SIN ESPINAS
Sin concesiones
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión21-04-2002
Un día en el que yo estaba especialmente interesado en llegar a ser sabio, me dijo un maestro: querido alumno de Periodismo, llegará un momento en la vida en el que deberás dejar de leer el periódico para pasar a leer sólo buenos libros. En mis reflexiones posteriores sobre el concepto de hombre sabio, incluí después la que un día hizo mi admirado -en pocas cosas- José Saramago. “El hombre más sabio que he conocido -decía el pesimista Nobel portugués- nunca había leído un libro”. Bien, son estas dos inteligentes y controvertidas afirmaciones -con las que estoy de acuerdo- las que contienen a mi espíritu en la idea de que la gran sabiduría se encuentra en la experiencia de VIDA. Esa personal, exclusiva y únicamente vivida; y esa otra condensada magistralmente en forma de testimonio escrito. Todo hombre quiere ser feliz, pero no todo hombre quiere ser sabio. Sí, sí, hay quienes quieren ser mediocres (el mediocre quiere ser mediocre y sabe que es mediocre aunque se queje de su situación). La lástima en nuestros días es que el abundante mediocre de hoy quiere que los demás estemos a su altura para que él alcance así la felicidad que le niega su ramplonería. Tal es el caso de esta sociedad, cuyo altavoz son los medios de comunicación y cuya agenda se rellena de estupideces, banalidades y la bilis humana más amarilla. Decía otra erudita de esto, la majísima Paula Vázquez, que Gran Hermano es un reflejo de la sociedad. Entiéndanla bien, porque desgraciadamente ha dicho una verdad como un templo. Encender la tele es mentirse, es no dejarse vivir esa VIDA de la que hablamos para llegar a ser sabios, es llenarse a sí mismo de un ruido que nada tiene que ver con el que se percibe por el oído. Ni por lo inmenso ni por lo dañino. La que ofrecen los medios (prensa, televisión y, en menor medida, la radio) es una muestra tan parcial de la esencia del hombre, que sólo puede generar indigencia espiritual. En los libros, en la vida vivida al margen de los momentos Nescafé y Play Station, en el otro está la verdad de mí mismo. La que a mí me interesa conocer para ser sabio, para ser tan feliz como quiero que seas tú.