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SIN CONCESIONES

El NO rescate de España

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión06-06-2012

"Si debes 10.000 euros al banco, tienes un problema. Pero si debes 10 millones de euros, quien tiene un problema es el banco". La primera vez que escuché esta frase me pareció completamente ilógica. Era incomprensible para mi razonamiento matemático, basado en la tradicional cuenta de la vieja. Sin embargo, esta ilógica frase adquiere toda la lógica cuando los bienes dejan de ser tangibles y cuando las sumas sencillas dejan paso a la contabilidad. Entonces, lo material no existe y las operaciones económicas se construyen en el aire como un castillo de naipes. El balance lo aguanta todo, o casi todo, aunque cuando está trampeado cae al suelo con la misma facilidad que las cartas de una baraja. Esta crisis ha demostrado las dos cosas. Cuando no puedes pagar la hipoteca de tu casa, el banco la embarga y te desahucia. Cuando eres un especulador que compró veinte viviendas y llegan las vacas flacas, el banco te llama antes de los agobios para darte un nuevo crédito con el que pagar las deudas cómodamente. Hay multitud de casos reales que lo evidencian. Lo normal sería que, a mayor con el banco, mayor sea la presión para que pagar. Pero cuando la deuda resulta inmensa, el banco es el primer interesado en aplazar el pago. Su balance caería bruscamente si quiebras. Si a otros miles de personas les ocurriese lo mismo a la vez, quien vería hundido su negocio sería el banco. Lo confirma el caso de Bankia. Más o menos, esto es lo que le ha pasado a la entidad que Miguel Blesa infló como un globo en época de bonanza y que explotó durante el mandato de Rodrigo Rato por exceso de aire. El Gobierno ha tenido que salir en auxilio de Bankia con dinero público porque era demasiado grande para dejarla caer. Aduce que, si se hubiera hundido, peligrarían los ahorros de 10 millones de clientes -entre los que me encuentro- y el caos financiero sería todavía mayor. Otra vez la teoría del pescador que deja escapar al pez grande y se come al chico. El mundo, al revés. Cuando no eres un especulador ni un banco, sino un gran país de Europa, sucede lo mismo. Te ayudan para que no quiebres porque, de hundirte, el daño sería mayor para todo el continente. "Rescatar a España no es posible", sentenció en abril Rajoy. Montoro fue mucho más explícito el viernes pasado: "Los tenedores de la deuda son los más interesados en que a España le salga bien. ¿O es que no quieren cobrar su deuda? Y la querrán cobrar íntegra". Ambas frases ponen de manifiesto que el Gobierno ha hecho suya la tesis de tantos especuladores y caraduras que sostienen sus negocios chantajeando al prestamista. El mensaje viene a ser: si no me ayudas, no te pago. Y como el dinero que se adeuda se escribe con diez ceros, el prestamista no tiene más remedio que ceder a quien despilfarró lo que tenía y ahora no puede pagar. Algún día debería acabarse tal abuso. Sólo fomenta que los inversores se adentren en negocios gigantescos de dudosa solvencia que únicamente sobreviven en el tiempo por miedo al posible efecto dominó de la deuda contraída. Bankia no es el único ejemplo. Ahí están constructoras como Martinsa, Colonial y Metrovacesa; o medios de comunicación como Prisa, Público y laSexta. A diferencia de estos ejemplos, Rajoy ha llegado a una situación desesperada no por derrochar, pues su esfuerzo de austeridad no podía ser más grande. El problema de Rajoy radica en que el efecto de sus reformas está siendo mucho más lento del deseado y, mientras llega, la economía española sigue cayendo y el agujero cada vez es más profundo. Sin embargo, ha adoptado la postura cómoda ante Europa. Pide auxilio a todas horas al Banco Central Europeo y solidaridad a la UE para frenar el efecto contagio. Puede que sea la mejor solución y la más rápida para España. Pero debería huir de ese mensaje porque está abonando el terreno para que los grandes empresarios de este país con negocios en ruinas exigan a continuación al Ejecutivo un salvavidas similar... ¡Y ya está bien! Esa fue la actitud que nos metió en la crisis y no se puede repetir. Hay que romper a toda costa ese círculo vicioso.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito