CREAR EN UNO MISMO
#PerioDigno
Por Álvaro Abellán
3 min
Opinión03-05-2012
Soy periodista aunque, gracias a Dios, soy muchas cosas más. Parece ser que las naciones del mundo libre decidimos que el 3 de mayo sea recordado como “El día mundial de la libertad de prensa”. Conviene recordar que la “libertad de prensa”, así escrito, y según enseña la historia, fue una conquista comercial o burguesa, que sólo secundariamente tuvo que ver (y aún es tema discutido) con lo que realmente demandamos muchos todos los días del año: la libertad de expresión y el derecho de la información de todos los hombres. Lo digo por no mezclar churras con merinas: libertad de prensa hay en España, y algunos empresarios hacen con los medios de comunicación exactamente lo que les da la gana -según lo permita el sacrosanto mercado-, lo que incluye de vez en cuando ignorar algunos derechos constitucionales, atentar contra el buen gusto y ningunear el buen ejercicio del periodismo. Otra cosa es que los empresarios (así, en bloque, como un enjambre de abejas) no tengan la culpa de todo. Estamos como estamos también por cobardía política (¿por qué nadie se atreve a colegiar la profesión?), por un exceso de romanticismo en muchos reporteros (como si el hombre viviera del aire, o de las noticias) y porque una buena parte del público que tenemos es el que tenemos (y que retrató genialmente Peter Weir en El Show de Truman). Si hoy la televisión es un medio de entretenimiento cutre –según la percepción de los más jóvenes-, no es culpa sólo de los directivos de Tele5, sino también del aplaudido y laureado Javier Sardá –aplaudido y laureado por la propia profesión periodística-. También tendrán algo de culpa, digo yo, los cientos de miles de espectadores que se tragaban su programa cada noche durante… ¡¿ocho años?! Si Mercedes Milá (o el espíritu que se adueñó de su cuerpo hace ya más de 10 años) nos vende que Gran Hermano es un proyecto periodístico y sociológico de gran calado, a nadie le debería extrañar que La Noria se vanagloriara de hacer periodismo de investigación. La Asociación de la Prensa de Madrid ha elaborado el Manifiesto “Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”. Así, sin ponernos a matizar -cosa que está muy mal vista cuando se trata de hacer lobby-, lo podríamos firmar. Especialmente el título, que no por obvio deja de ser algo que ni empresarios, ni políticos ni ciudadanos españoles nos acabamos de creer. Salvo que “periodismo” y “democracia” sean dos cascarones formales con los que tranquilizar nuestra conciencia. La lógica del comunicado, no obstante, revela una cuestión sobre la que la profesión periodística (así, en abstracto, nadie se ofende, porque estas cosas nunca van con uno) tendría que plantearse muy en serio: en qué medida la generación de riqueza, la auténtica libertad de expresión y el sano derecho a la información son valores contrapuestos. Mientras le digamos al empresario (de quien sospechamos que esconde cuernos y cola) que debe apostar por el buen periodismo manque pierda, llevaremos -con razón- las de perder. Sería mucho más sensato que periodista y empresario se sentaran a la misma mesa a repensar la profesión de tal manera que un mejor periodismo sea mucho más rentable (en valores mucho más que económicos) que el corta y pega de un becario. Si el conjunto de la sociedad (empresarios, periodistas, políticos y ciudadanos) no somos capaces de ver eso, la menor de nuestras preocupaciones, de aquí a cinco años, será la de recordar qué nos tocaba demandar no sé qué día de mayo.