ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Como lluvia de mayo
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad02-05-2012
Llueve. Llueve y la gente no se puede ir de puente. Llueve y se chafan los planes, se estropea la agenda, se pone coto a la diversión... Y si toca trabajar, parece un asco lo de los atascos y los charcos. Que llueva, que llueva pero luego la gente se cabrea. Como si la culpa la tuviese la Virgen de la Cueva... Aunque, pensándolo bien, menos mal que llueve. Menos mal que no todo el mundo tiene que buscar un centro comercial para pasar un rato en el puente de mayo. Gracias a que no puede disfrutarse de un paseo también resulta un espectáculo ver caer el agua a través de la ventana, leer un libro, hacer punto, acurrucarse junto a la chimenea, escribir, tomar una onza de chocolate. Que llueva no significa tener el marrón de a ver cómo se puede distraer a los niños, sino la oportunidad de compartir un rato con ellos que quizás los marque de por vida, el reto de entregarse a la improvisación, la aventura de reinventarse, el momento de pararse a pensar, a querer, a soñar. Muchas veces, el problema de esta infelicidad que está enquistada en la sociedad actual radica en buscar rimbumbantes momentos de película. Que nuestra casa se convierta en un casoplón que no tengamos que limpiar, que no haya que ir al supermercado ni mirar los precios, que disfrutemos de ocho vacaciones al año y, ya puestos, que no haya que ir a trabajar (los que aún tienen la suerte de contar con un empleo también los días de lluvia), que no envejezcamos nunca ni suframos por nada. Pero llueve. Y la lluvia es un contratiempo que se debe entender con optimismo. Sí, encima llueve. Y es una suerte. Una bendición. Si aguardábamos el agua como lluvia de mayo, ahora que arranca este mes tomemos las precipitaciones como una señal para cambiar de actitud. ¡A mal tiempo, buena cara! Y ojalá que siga lloviendo.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo