ANÁLISIS DE ESPAÑA
La crisis de no saber quién manda
Por Alejandro Requeijo2 min
España13-02-2012
Escribo estas líneas mientras siguen llegando noticias de Grecia. Arde Atenas. Decenas de policías heridos. Gente buscando en la calle a pedradas las respuestas que no le dan sus representantes. Ni antes ni ahora. El país que dio a luz la democracia -perdón por el tópico, pero viene a cuento- fue uno de esos lugares en los que señores a los que nadie ha elegido pusieron al frente del país a otros que tampoco habían sido elegidos legítimamente en las urnas. Como en Italia. Como podría haber pasado en España de no ser por el adelanto electoral. Esta crisis atroz trae nuevas formas de hacer política y también nuevas formas de quitar o poner gobernantes por la fuerza. ¿O son las de siempre? Ahora los golpes se dan al ritmo que marca la prima de riesgo o las agencias de valoración. Bruselas puso a los suyos en Grecia para aprobar sin rechistar lo que Europa mandase, pero no parece que los ciudadanos griegos hayan notado la diferencia. La democracia tenía gracia en eso de que un presidente, a pesar de todo su poder, al final se debía a sus ciudadanos. Si eso ha cambiado, entonces no es democracia, es otra cosa. El 20N el PP venció gracias a una mayoría abrumadora que no se correspondía con el grado de confianza que transmitía Rajoy. Si España no mejora, dentro de cuatro años no sería descartable una victoria socialista con el mismo margen. Incluso con Rubalcaba de candidato a pesar de que la historia parecía haberle reservado el dudoso honor de ser quien perdió cuatro millones de votos para el PSOE. Eso si la gente no se cansa del todo y opta por otros caminos desconocidos. Asistimos a una desnaturalización preocupante de nuestros líderes legítimos. Ni siquiera Merkel parece ser dueña de sus decisiones pese a que en ellas embarca a toda la zona euro. Rajoy ganó las elecciones tras una campaña en la que advirtió medidas duras, pero prometió que no subiría los impuestos. Tan sólo unos días tardó en desdecirse. Cuando un dirigente falta a su palabra, lo primero que hace es perder autoridad. Si Rajoy tiene que obedecer antes a gente que no sabe muy bien quién es, malo. Si no sabe cómo explicarlo, peor. La subida de impuestos no se explicó. Más allá de culpar al PSOE por haber escondido las cifras reales de las comunidades, pese a que casi todas las gobierna el PP. Lo que hay que explicar es qué se nos dará a cambio de tanto sacrificio. Ahora llega esta reforma laboral cuyo término adecuado no era agresiva, sino inmoral. Aunque sólo sea porque ahonda en ese mantra de que el empresario el un salvador y el empleado un parásito que ha vivido de la sopa boba. Aunque sólo sea porque una empresa sin ni siquiera estar en pérdidas puede poner a gente en la calle después de 30 años de trabajo con una indemnización... inmoral.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio