ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Déjà vu
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad08-01-2012
Hace unos días he recibido un bonito calendario personalizado que dice que el 2012 va a ser mi año. Sí, tal cual, lo pone con todas las letras. Es un curioso obsequio para desear cosas buenas a las personas, pero es bueno dejar de mirarse el ombligo y pensar que el 2012 también va a tener magnitud para otras muchas. Para empezar, en febrero LaSemana.es celebrará su 15 aniversario. Que ya son años, como demuestran las hemerotecas de la historia del Periodismo en Internet. Si hay algo que ocurre en este 2012 como en otros que ya se han vivido es esa sensación de haber pasado por lo mismo. Una se enfrentaba a la pantalla en blanco con el ánimo de escribir una metáfora de la vida a partir de algo tan rutinario como es podar los rosales en enero. Había pensado utilizar el símil de la necesidad de pincharse con las espinas, de mancharse con la tierra, de sentir agujetas en los riñones, de quitar las malas hierbas, de cortar las ramas viejas y los capullos de pétalos quemados por el invierno y de abonar el terreno para emprender bien el curso. Con todo ello, en la primavera -la del florido arbusto y en la de cada cual que así lo entienda- se abrirían las rosas con sus colores y aromas. Pero, como si se tratase de una campanilla, ante la pantalla en blanco de los buenos propósitos y, para más inri, en el año de los supersticiosos, lo de los rosales sonaba ya a disco rayado. Es lo que llaman los franceses déjà vu. Las tecnologías, una vez más, suplen la mala memoria. Aquí está la prueba. La metáfora de los rosales ya estaba cocinada y digerida. Pero al releerla es difícil no pensar en el déjà vu constante que viven muchas personas, inmersas en una espiral de dolor y desesperación. ¿Qué pasó con Haití? ¿y con Japón? ¿y con Lorca? El año que se fue estuvo sembrado de malas noticias cuyas consecuencias han quedado olvidadas a pesar del sufrimiento que siguen causando a muchas personas. Esta pantalla en blanco se llena de letras que rebosan el deseo -como en el calendario- de que sólo haya lugar en la agenda para los buenos augurios. Aunque, si no, siempre quedará la posibilidad de elegir una actitud para enfrentarse a las malas nuevas. Por eso, seguro, el 2012 va a ser un buen año para vivirlo. O para sentir que ya se ha vivido.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo